La pregunta que aparece en todos los periódicos alemanes es la misma a la que tiene que responder Olaf Scholz: "¿Warum?" ("¿Por qué?"). El "esquema completamente atípico" de la masacre en el mercado navideño de Magdeburgo no basta para evitar duras críticas contra el canciller saliente, cada vez más acorralado.
Taleb Al Abdulmohsen ya había amenazado con actuar en 2013, acumulando a lo largo de los años una serie de problemas judiciales y denuncias. Hasta que la más reciente -cuatro notas verbales- llegó a los servicios de inteligencia y a la diplomacia de Arabia Saudita. Se han ignorado todas las alarmas: fallas en el sistema de seguridad que, como prometió la fiel ministra del Interior, Nancy Faeser, ahora están siendo "examinados cuidadosamente".
Pero para el AfD (Alternativa Alemania, la extrema derecha), en plena campaña electoral, representan el emblema de "un fracaso espantoso de las autoridades". E incluso a los ojos de la CDU (Unión Democrática Cristiana), a pesar del tono más tranquilo del líder Friedrich Merz, las preguntas "son muchas".
La propia Faeser será la primera en abordarlas ante la Comisión de Interior del Bundestag (parlamento) convocada excepcionalmente el 30 de diciembre.
El psiquiatra de 50 años representaba desde hacía mucho tiempo una amenaza para el país donde se había refugiado tras haber dado la espalda al Islam. Uno de los informes más recientes enviados por Riad se remonta a noviembre de 2023, pero la policía concluyó que no representaba un "peligro especial".
Por otra parte, a mediados de este año, un activista había presentado una denuncia contra Abdulmohsen, advirtiendo de un ataque inminente. Elementos a los que se suman las sombras sobre las medidas de seguridad de los mercados navideños en toda Alemania, reforzadas tras el atentado del 19 de diciembre de 2016 en el Weihnachtsmarkt de Berlín.
El perímetro del Alter Markt en Magdeburgo estaba, como de costumbre, rodeado por barreras protectoras de hormigón, pero las preguntas se suceden: por qué las vías de acceso y de emergencia eran tan anchas como para permitir que el BMW saudí ganara velocidad y arrollara letalmente a la multitud.
Las autoridades federales, como ha garantizado Faeser en repetidas ocasiones, están haciendo todo lo posible para examinar "cada detalle". Sin embargo, nada logra calmar la ira y el resentimiento entre la población. Durante su visita a Magdeburgo, el canciller Scholz y parte de lo que queda de su equipo de gobierno minoritario también recibió abucheos y protestas, con gritos de "Hau ab", un tajante "Fuera, vete".
En el interior de la catedral, el silencio y las lágrimas por las víctimas fueron ahogados durante unos minutos por las consignas ultraderechistas que aparecieron en la procesión en el centro de la ciudad.
Es el termómetro de una campaña electoral en la que soplan vientos cada vez más favorables para la AfD, que ocupa desde hace tiempo el segundo puesto en las encuestas, detrás de la CDU.
En las próximas horas, la líder Alice Weidel encabezará una procesión conmemorativa, desafiando cada vez más abiertamente el cordón sanitario que siempre ha mantenido al grupo extremista al margen de la escena institucional. Pero echar más leña al fuego es lo habitual de Elon Musk, quien, después de llamar a Scholz "idiota incompetente" y dar su bendición a la AfD, habló también sobre el atentado de Magdeburgo, acusando a los "medios tradicionales" de mentir sobre la islamofobia del asesino, aunque declarada públicamente por el propio Abdulmohsen.
En cambio, el futuro asesor de Trump debería haber intervenido, según la visión del embajador alemán en el Reino Unido, Miguel Berger, bloqueando la actividad en línea del saudí que en X difundió teorías conspirativas sobre los "planes secretos de islamización" de Alemania, amenazas de muerte y mensajes de odio anti-islámico.
El número de víctimas mortales se sitúa en 5 fallecidos: el pequeño Andre, de 9 años, y cuatro mujeres, de entre 45 y 75 años. Entre los 41 pacientes en cuidados intensivos, de los más de 200 afectados, más de una docena parecen estar fuera de peligro.
Entre los heridos más leves se encuentra también el italoalemán Marco Forcinati, de 39 años, nacido en Gifhorn, Baja Sajonia, y residente en Wolfsburgo, donde trabaja para Volkswagen. Actualmente, se encuentra hospitalizado tras haber sido operado de las piernas, pero su vida no corre peligro.
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