"No ampliaremos" el acuerdo de tránsito a Europa, "no daremos a Moscú la oportunidad de ganar más miles de millones con nuestra sangre y la piel de los ucranianos", anunció el presidente ucraniano Volodimir Zelensky en el Consejo Europeo del 19 de diciembre.
La confirmación llegó también de Putin, al día siguiente, en la rueda de prensa de fin de año: el contrato de cinco años expirará el 31 de diciembre y no será renovado.
Una decisión que no gustó a Hungría y Eslovaquia, muy dependientes del gas ruso. Fico también está en la misma línea que Viktor Orban, que culpa a Kiev por no haber logrado un acuerdo para las conversaciones de paz, y ha suspendido las ayudas a Ucrania desde el inicio de su nuevo mandato como primer ministro, hace un año.
Por último, también aceptó la invitación de Putin a las ceremonias de mayo en Moscú con motivo del 80 aniversario de la victoria sobre el nazismo. Los medios de Bratislava apuestan por llegar a un acuerdo con Putin sobre el gas.
Otro líder que quiere reunirse con el zar "lo antes posible" es Donald Trump: "Una de las cosas que quiero hacer rápidamente es reunirme con el presidente Putin y él también está de acuerdo", afirma el presidente electo, que reitera la necesidad de poner fin "rápidamente" a la guerra en Ucrania.
Mientras tanto, el líder del Kremlin lanza a su ejército a la ofensiva, porque el tiempo se acaba y el comienzo de la nueva era Trump en la Casa Blanca está a la vuelta de la esquina. "No importa a quién y cómo intenten destruir, se enfrentarán a una devastación mayor en casa y se arrepentirán de lo que intenten hacer en Rusia", advirtió Putin durante una videoconferencia tras el ataque de Kiev con aviones no tripulados a Kazán, que no causó víctimas pero algún daño.
A la espera de las represalias anunciadas, los rusos no se han quedado de brazos cruzados y en las últimas 24 horas han lanzado un misil balístico Iskander-M y 103 drones sobre Ucrania, sin dejar de conquistar terreno: el ejército de Putin se ha hecho con el control de los pueblos de Lozovaya , en Járkov, y Krasnoye, en Donetsk.
La presión aumenta entonces sobre Jerson, donde, según informes, las carreteras han sido minadas y donde la preocupación por una incursión rusa masiva ha aumentado en las últimas horas.
La región rusa de Kursk debe entonces ser retirada de la mesa de una posible futura negociación: los rusos lograron recuperar el 40% del territorio que acabó en manos ucranianas tras la ofensiva del verano, con un alto coste en términos de vidas humanas. Tanto es así que también se desplegaron norcoreanos sobre el terreno para apoyar a los 60.000 rusos en el frente.
Pero el avance es difícil, complicado por el barro y las poderosas fortalezas defensivas levantadas por los ucranianos que atacan cualquier vehículo en movimiento. Tanto es así que, para flanquear a sus adversarios, los soldados rusos también intentan avanzar con quads, con la esperanza de no acabar en el punto de mira de los soldados de infantería de Kiev, que no tienen intención de ceder otros terrenos rusos.
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