El presidente calificó de "ficción política" la cruzada de la extrema derecha de Marine Le Pen y de la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon para convertirlo en el primer jefe del Eliseo, obligado a dimitir: "Me quedaré hasta el final", es decir hasta la primavera de 2027, aseguró a su equipo en los últimos días. Y ya en las últimas horas dramáticas del gobierno, Barnier defendió la decisión de disolver el Parlamento.
La portada de hoy de la voz de la izquierda, Libération, es una que los coleccionistas enmarcarán: el rostro a toda página de un Macron serio y preocupado y el titular "Desconfianza: es su derrota". Ahora, en su punto más bajo de popularidad, con más del 76% de los franceses creyendo que es "un mal presidente", Macron está aislado en el Palacio.
Solo queda un recuerdo lejano del presidente joven y decidido que quiso revertir la vieja lógica y llegó al poder en apenas unos meses con su propio partido, ni de derechas ni de izquierdas. La esperanza de una renovación política se hizo añicos hoy, devolviendo a Francia a 1962, la única otra ocasión en la que la Quinta República se encontró ante la ingobernabilidad, con la moción de censura a Georges Pompidou.
El colapso, con un país sin gobierno, sin dirección precisa a seguir y sin maniobra financiera frente a un déficit público récord, tiene sus raíces en la impactante tarde del 9 de junio. Profundamente derrotado en las elecciones europeas, ganadas según todos los pronósticos por Marine Le Pen, Emmanuel Macron pilla a todos desprevenidos y anuncia por televisión en directo que ya ha ordenado la disolución de la Asamblea Nacional.
Pretende hacerlo para pedir la confianza de los franceses para seguir adelante, pero nadie aprueba la elección, todos se distancian, conscientes de que los franceses no tienen esa confianza en el segundo lustro de Emmanuel Macron. Se buscan explicaciones psicológicas a la reacción de Macron ante la derrota, como aconseja un hombre poderoso, siempre cercano al Eliseo, Alain Minc: "Cuando un hombre indiscutiblemente inteligente comete un acto absolutamente estúpido, hay que buscar la explicación en la psicología", dijo.
Poco más de un mes después, en una carta a los franceses, Macron descartó querer formar un gobierno de izquierda, rechazando la candidatura de Lucie Castets, propuesta por el Nuevo Frente Popular, y apuntando, en cambio, a elegir al primer ministro entre los moderados y la centroderecha. Surgen los Republicanos y Barnier, a los que la Asamblea Nacional de Marine Le Pen da luz verde. Quien desde entonces no ha perdido oportunidad de hacer valer -hasta el epílogo de hoy- todo su poder sobre el gobierno.
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