Ocho días después de las lluvias torrenciales que dejaron al menos 219 muertos, tras aparecer hoy dos cuerpos en Letur (Albacete), se sigue buscando a los desaparecidos.
Los rescatistas temen que muchos de los desaparecidos fueran arrastrados por los ríos desbordados hasta el mar.
Maquinaria pesada comienza en algunas localidades como Catarroja a retirar los enseres procedentes de las casas y locales que obstaculizan las calles, una vez que se va retirando de ellas el lodo.
"Mira, un árbol de Navidad", se escucha decir a un bombero que está retirando los muebles y objetos de una casa amontonados en una calle.
Los camiones descargan los residuos en una parcela habilitada de 95.000 metros cuadrados, equivalente a 25 campos de fútbol, y en el que ya fueron depositadas 2.000 toneladas.
Los automóviles afectados también están siendo trasladados a descampados fuera de los pueblos, tarea en la que también participan voluntarios con sus camiones.
Distintos cuerpos de policía llegados de todo el país, bomberos y militares trabajan en las tareas de desescombro y limpieza de calles, junto al "ejército" de voluntarios, en su mayoría jóvenes.
Uno de ellos es el turista colombiano Andrés Castro, empleado del Banco Agrario de Colombia, quien está pasando sus "mejores vacaciones a nivel humano. Preferí ir a ayudar a la gente que salir a turistear", cuenta.
Además de limpiar calles y un colegio en Benetuser, Castro regala botas de agua, mascarillas y productos de limpieza que ha comprado junto a sus compatriotas Paula Pedraza y Lina Romero, residentes en la ciudad de Valencia.
"Esto no parece que sea España", dicen los tres al unísono, "no lo hemos visto ni en Colombia una situación como esta tan impactante".
La gente está "muy agradecida con los voluntarios", como muestran las frases "Gracias a los ángeles de barro", "Gracias a los voluntarios" o "Gracias por no abandonarnos" escritas con lodo en escaparates de comercios vacíos y destrozados.
"Si no hubiera sido por estas criaturas, aquí nos moríamos todos", cuenta una vecina, María Amparo Fortea, mientras siguen pasando voluntarios ofreciendo puerta por puerta comida, productos de limpieza y medicinas.
"Es lo que había que hacer", dice José Román, que llegó de Madrid el lunes para limpiar el barro de las calles y ahora descansa, exhausto, apoyado en su automóvil, en el que durmió estas noches, antes de emprender el viaje de vuelta.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA