Así lo aseguró hoy el jefe del Centro de lucha contra la desinformación del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, concretando los temores de Kiev y de la OTAN tras la llegada a Rusia en las últimas semanas de soldados de Pyongyang dispuestos a sumarse a la invasión rusa.
Andrii Kovalenko no proporcionó más detalles sobre las circunstancias del enfrentamiento ni sobre las posibles pérdidas del lado norcoreano.
Pero es un acontecimiento que se esperaba desde hace días.
Tanto es así que el sábado, la inteligencia militar ucraniana de Gur había informado de la llegada a las fronteras rusas con Ucrania de 7.000 soldados norcoreanos dispuestos a entrar en combate.
E incluso antes, Zelensky había denunciado la inminente entrada de tropas extranjeras en la guerra, ya durante el fin de semana, sin ahorrar críticas a los aliados por su respuesta "cero" a la escalada de invasión de Corea del Norte.
Los vínculos entre Moscú y Pyongyang son más estrechos que nunca, como lo demuestra claramente la reunión en el Kremlin entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y la ministra de Asuntos Exteriores norcoreano, Choe Song Hui, que dirigió al jefe del Kremlin un "saludo profundamente sincero, cálido y camaradería" de su líder, Kim Jong-un.
El viernes, la misma ministra había prometido a su homólogo Serghei Lavrov que el Estado ermitaño permanecería "firmemente al lado" de Rusia hasta la victoria en Ucrania.
Se confirma así una alianza militar que preocupa también a Corea del Sur, hasta el punto de que el presidente, Yoon Suk-yeol, pidió "contramedidas exhaustivas" contra la cooperación militar "ilegal" entre Corea del Norte y Rusia y se comprometió a reforzar la seguridad y la defensa ante aquella que definió como "una amenaza significativa a nuestra seguridad nacional.
En tanto, el frente continúa desafiando a las fuerzas ucranianas, que están perdiendo terreno en Kursk mientras las tropas rusas ganan rápidamente territorio en la región oriental de Donetsk. Solo en octubre, las tropas de Putin avanzaron 610 kilómetros cuadrados, según los datos del grupo de expertos estadounidense del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW).
Por otra parte, Occidente intenta mostrar solidaridad a favor de Ucrania, con la visita a Kiev de la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, que garantizó que el apoyo a Zelensky será "sólido como una roca". Pero se trata de un apoyo que no ve acciones concretas para devolver la iniciativa al ámbito ucraniano.
Baerbock reconoció que Moscú está "buscando asistencia militar" de Pyongyang y pidió a los aliados de Ucrania que proporcionen más sistemas de defensa aérea.
Pero lo que Zelensky quiere de Alemania -el segundo mayor proveedor militar de Ucrania después de Estados Unidos- son misiles Taurus de largo alcance, sobre los que se mantiene el veto del canciller Olaf Scholz por temor a una escalada y ampliación del conflicto.
Scholz también rechazó la solicitud de Ucrania de una invitación inmediata a la OTAN, un punto clave del "Plan de la Victoria" presentado por Zelensky a los aliados occidentales.
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