El nuevo refuerzo de la seguridad cuenta con la bendición de Ursula von der Leyen, pero es poco probable que vea la luz rápidamente: las conclusiones de la cumbre sobre el tema migratorio siguen siendo un signo de interrogación y el riesgo de un nuevo enfrentamiento entre los 27 países es muy alto.
En Europa, tras el ascenso de la derecha, ahora se pueden identificar tres grupos de capitales. Hay un primer frente, liderado también por Italia, que ve el protocolo Roma-Tirana y los llamados "centros de retorno" en terceros países como una solución viable desde todos los puntos de vista.
Un segundo grupo, liderado por el socialista Pedro Sánchez (con Atenas también a bordo), que sigue anclado en el concepto de responsabilidad y solidaridad que subyace al Pacto sobre Migración y Asilo firmado hace sólo unos meses, pero que algunos ya consideran antiguo.
Y un tercer grupo de países intenta mantener una posición intermedia y no llega a aplaudir el modelo de Albania.
Es en ese último grupo donde aparecen dos pesos pesados, ;;como son Alemania y Francia.
A todo eso se suma la Polonia de Donald Tusk, quien, tras anunciar la suspensión del derecho de asilo, querría eliminar de las conclusiones todo el capítulo sobre migración, para centrar la discusión en un nuevo parámetro, el de la seguridad y los ataques híbridos.
La premier italiana, Giorgia Meloni, llegó a Bruselas fortalecida, ante todo, por un apoyo, el de Von der Leyen.
"Hay muchos países que miran nuestro modelo, hay ganas de trabajar. El tema no es sólo italiano, es europeo", subrayó, agradeciendo a von der Leyen el trabajo que está realizando.
La presidenta de la Comisión podría participar en la reunión que Italia, Países Bajos y Dinamarca convocaron con los países llamados de ideas afines antes de la cumbre.
De hecho, se trata de una mesa de "halcones" sobre la migración.
De los que, desde la carta del 15 de mayo pasado, buscan "soluciones innovadoras" en el expediente, como la de los hubs en terceros países considerados seguros.
Cada uno tiene sus preferencias.
Los Países Bajos del Primer Ministro Dick Schoof, donde el populista Geert Wilders está dando las cartas, quisieran enviar a Uganda a los solicitantes de asilo rechazados. Dinamarca, hace meses, había invocado un acuerdo con Ruanda.
El tema es que el concepto de país seguro tiene parámetros muy específicos.
En el nuevo Pacto sobre Migración y Asilo, la definición de un tercer país como seguro puede hacerse con excepciones para determinadas partes de su territorio o categorías de personas claramente identificables.
Precisamente en el Pacto, sin embargo, los 27 países corren el riesgo de avanzar sin ningún orden en particular.
Los nórdicos, liderados por Alemania, querrían modificar las conclusiones de la cumbre -que actualmente cuentan con el consenso de Italia- incluyendo la petición de adelantar la implementación de algunas partes del Pacto, cuya entrada en vigor se espera para mayo de 2026.
Son puntos que a Italia no le gustan, como el de la aplicación de las Reglas de Dublín a los movimientos secundarios.
El riesgo, al final, es que las conclusiones se reduzcan a unas pocas líneas, genéricas y escuetas, a la espera de la cumbre de diciembre, cuando -esperan en el Palacio Berlaymont- la Comisión tome posesión de su cargo.
El viento, en cualquier caso, parece haber cambiado.
Esto se nota en las pequeñas y grandes noticias, como la primera reunión previa a la cumbre de los Patriotas por Europa, con Matteo Salvini y Marine Le Pen.
O por el crecimiento del consenso sobre una hipótesis que también le interesa a Italia: la repatriación de los sirios hoy en el Líbano en algunas zonas, consideradas seguras, del país dirigido por Bashar al Assad. Así podría prevenirse un posible éxodo desde el Líbano hacia las costas europeas.
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