Gobernador, parlamentario, ministro, ahora vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea: Raffaele Fitto comenzó desde joven y a menudo ha llegado antes.
Hijo de un político (su padre Salvatore fue presidente de Puglia en los años 80), con un ADN democristiano, una larga militancia berlusconiana y, finalmente, el artífice del giro que llevó a Giorgia Meloni a los conservadores europeos.
Ahora el 'joven' Raffaele - de 55 años, originario de Maglie (la misma ciudad que Aldo Moro), hincha de la Juventus, casado y padre de tres hijos, es oficialmente uno de los seis vicepresidentes del nuevo ejecutivo europeo de Ursula von der Leyen.
Fitto entró en política muy joven: con 19 años se unió a la DC y se convirtió en consejero regional. En 1999 fue elegido por primera vez en Bruselas, pero estuvo solo un año porque en 2000 se postuló para liderar Puglia y a los 31 años se convirtió en el gobernador más joven de una región en la historia de la República.
Pero no terminó ahí: a los 35 años fue elegido diputado y, en el cuarto gobierno de Berlusconi, a los 39 años, asumió como ministro para los Asuntos Regionales. Solo algunos años más que Giorgia Meloni, quien tenía 31 años cuando, en el mismo gobierno del Cavaliere, ocupaba el cargo de ministra para la Juventud.
No cabe duda de que Fitto ha acelerado el paso, pero en su ascenso hacia los altos cargos de Europa no han faltado las derrotas: en 2005, como gobernador de Puglia, fue derrotado por Nichi Vendola, y luego en 2020 por Michele Emiliano.
Y además, su salida traumática de Forza Italia, la fundación de su propio grupo y su propia fuerza política, hasta la resurrección, cuando entra en Hermanos de Italia y en pocos años se convierte en un punto de referencia en Europa para el partido de Giorgia Meloni.
Gracias a la confianza de la primera ministra, se le confió el papel más delicado después de Mario Draghi: la gestión del PNRR y del Sur.
El PNRR se reveló desde el principio como el expediente más exigente. Los acuerdos y proyectos indicados originalmente por el Plan han estado sujetos no solo al control de la UE, sino también a una minuciosa revisión bajo la dirección de Fitto.
Y para un tema tan delicado, el nuevo vicepresidente de la Comisión ha estado bajo el foco de la confrontación política, que ha registrado no pocas polémicas y, en algunos casos, también han involucrado a la Corte de Cuentas, encargada de hacer un control de los diferentes pasos del Plan.
Creador de las llamadas "cabinas de dirección", Fitto ha presidido varias de ellas, abriendo debates con las partes sociales y, sobre todo, con los entes territoriales.
Profundamente arraigado en su región, Fitto también ha gestionado la delegación del Sur, lo que lo llevó durante algunos meses a ocuparse de la Zes única, la Zona Económica Especial para el Sur que ha reformulado las intervenciones en esa región de la península.
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