Muertos y escombros en una ciudad casi hasta ahora intacta de los ataques rusos, por lado. Un terremoto político por la salida de medio gobierno, por el otro. Son días calientes para Volodimir Zelensky, luego de haber traspasado el confín ruso en agosto y ahora frente a una gran dificultad interna y en el frente.
Después de la tragedia en Poltava, donde todavía se excava entre los escombros y se lloran a 53 personas, hoy Rusia embistió con misiles hipersónicos Kinzhal, Leópolis, casi en la frontera con Polonia, causando 7 muertos, entre ellos, 3 niños, y decenas de heridos.
No es la primera vez que el presidente ucraniano realiza cambios en su equipo. En setiembre de 2023 sustituyó al ministro de Defensa, Oleksiy Reznikov, con el tártaro Rustem Umerov. Pero incluso más sorprendente y divisiva en el país fue la destitución del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Kiev, el popularísimo Valerij Zaluzhny, reemplazado por el taciturno Oleksandr Syrsky, uno que consiguió mantener en secreto con sus general la decisión de penetrar en la región rusa de Kursk.
Esta vez, Zelensky decidió poner en cero medio gobierno: dimitieron las vicepremieres Iryna Vereshchuk y Olha Stefanishyna, el ministro para las Industrias Estratégicas, Oleksandr Kamyshyn, el ministro de Justicia, Denys Maliuska, el ministro para la Protección Ambiental y los Recursos Naturales, Ruslan Strilets.
Pero lo que aun suscita debate entre las Cancillerías occidentales es sobre todo la dimisión del ministro de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba, el hombre que luchó con calma, quizás demasiado para Zelensky, para pedir a los aliados más armas y más apoyo para Kiev.
"Tenemos necesidad de nueva energía", es la explicación del jefe de Estado, que debe lidiar con una cierta resistencia dentro del Parlamento ucraniano y que, a lo mejor, además dentro de su partido. Verkhovna Rada, en efecto, rechazó la renuncia de Vereshchuk: solo 214 parlamentarios sobre 226 requeridos votaron por el cambio. La misma suerte para las renuncias presentadas por el director del Fondo de Dominio, Vitaly Koval, mientras fueron aprobadas las despedidas de Kamyshyn, Maliuska, Strilets y Stefanishyna.
Por lo tanto, dada la incertidumbre, se decidió posponer hasta mañana la votación del Parlamento sobre Kuleba, a quien los rumores ya otorgan como embajador en Bruselas, una compensación equivalente al papel de embajador en Londres para Zaluzhny.
El puesto de Kuleba, según los medios ucranianos, podría recaer en uno de los vicejefes de la Oficina del Presidente, en primer posición, Andrii Sybiha, un veterano diplomático que sirvió como embajador en Turquía y Polonia. Otro vice de la Oficina del Presidente, Mykola Tochytskyi, podría ser nombrado ministro de Cultura y Política de Información, mientras que uno de los vices de Kamyshin, Serhiy Boyev, podría encabezar el ministerio de Industrias Estratégicas.
Moscú, por su parte, ríe: "Otoño, caen las hojas y las ramas se muestran desnudas", es la imagen usada por la vocera de la Cancillería rusa, Maria Zakharova, para ironizar la inestabilidad política ucraniana.
Mientras tanto, en el terreno, Rusia intensificó sus ataques mortíferos porque, según algunos observadores, Vladimir Putin quiere demostrar que está más interesado en Ucrania que en recuperar los aproximadamente mil kilómetros cuadrados de Kursk conquistados por Kiev.
Al amanecer, los misiles hipersónicos alcanzaron casas de Leópolis y también algunos edificios históricos de esta ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Siete víctimas y 64 heridos. Una familia entera fue exterminada: una mujer con sus tres hijas pequeñas, Daryna, de 7 años, Emiliya (18) y Yaryna Bazylevych (21), que trabajaban en la alcaldía en el proyecto 'Capital de la Juventud 2025'. Sólo su padre Yaroslav permaneció vivo para llorarlas.
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