De hecho, todo indica que se empieza de nuevo, con el inicio de una ronda de consultas en el Elíseo, pero el camino promete, una vez más, ser cuesta arriba.
Y eso porque el frente de izquierda que ganó las elecciones, el cual reclama el cargo de primer ministro y que será el primero en ver a Emmanuel Macron, denunció la "grave inercia" del jefe de Estado francés.
Mientras, el presidente se refugia en su papel de "garante del voto", y pide un ejecutivo que sea fruto de una "mayoría amplia y estable".
El Nuevo Frente Popular (NFP) asestó el primer golpe en vísperas de las consultas.
Una carta a los franceses, en la que los dirigentes del grupo (izquierda radical, socialistas, ecologistas y comunistas) deploran que Macron "procrastina en lugar de sacar conclusiones" del resultado de las elecciones.
"Llegó el momento de actuar: como en todas las democracias parlamentarias, la coalición que gane debe poder formar gobierno y ponerse a trabajar", fue el llamamiento.
"Estamos preparados", es el desafío, y Macron está "obligado" a actuar como artífice de la sorpresiva disolución de la Asamblea Nacional tras la derrota en las elecciones europeas.
El NFP se presenta en el Elíseo también fortalecido por un acuerdo interno, difícilmente alcanzado, sobre la elección de la candidata al cargo de premier: se trata de la joven Lucie Castets, de 37 años, alta funcionaria de la administración de París.
El problema es que el frente de izquierda está muy lejos de la mayoría absoluta (faltan 96 diputados).
Y su programa no parece permitir compromisos con los demás partidos políticos, empezando por los centristas.
Al compromiso de aumentar el salario mínimo se suma, sobre todo, el deseo de derogar la muy controvertida reforma de las pensiones, que desencadenó que cientos de miles de personas salieran a protestar a las calles.
Un proyecto que, por el contrario, Macron ha defendido hasta el final y con convicción.
El jefe de Estado, entre otras cosas, parece haber rechazado hasta ahora la hipótesis de que Castets sea premier.
Con esas premisas, la reunión del presidente con los grupos del NFP promete ser explosiva.
Para el Elíseo, estas consultas tienen como objetivo "saber en qué condiciones" las fuerzas políticas pueden definir una "gran mayoría", pero, en cualquier caso, asegura que Macron está "del lado de los franceses, garantes de las instituciones y sobre todo de la expresión de su voto".
Se trata de garantizar la "estabilidad", es decir, que "el Gobierno sea capaz de no caer ante la primera moción de censura presentada".
Desde este punto de vista, el principal obstáculo parece ser la posible presencia de la izquierda radical de Jean-Luc Mélenchon en el Ejecutivo, quien sigue amenazando (en solitario) con pedir la dimisión de Macron.
Con ministros de la Francia Insumisa, la moción de censura surgiría de prácticamente todos los grupos enfrentados: el campo centrista liderado por Macron, la derecha moderada y la extrema derecha del Rassemblement National.
El partido de Marine Le Pen y Jordan Bardella, tercera fuerza política del país con sus aliados, será recibido por Macron el lunes, pero rechaza en cualquier caso cualquier gobierno de coalición.
Nunca en Francia un presidente había tardado tanto en nombrar a un jefe de gobierno después de las elecciones legislativas.
En este ambiente de suspensión, el primer ministro dimitido, Gabriel Attal, permanece en el cargo, pero sólo para asuntos administrativos.
El país, sin embargo, necesita un Ejecutivo en pleno funcionamiento lo antes posible para abordar de inmediato los principales temas, empezando por la ley de presupuesto, cuya redacción será complicada tras el fin de las excepciones de la Unión Europea (UE) al pacto de estabilidad.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA