Un mensaje claro -una suert ede tarjeta amarilla, como en el fútbol- que, sin embargo, no implica ninguna medida práctica.
"No tengo conocimiento de ninguna propuesta para acortar nuestra presidencia", aseguró el ministro húngaro de Asuntos Europeos, Janos Boka, comentando con los periodistas los rumores de la víspera.
Mucho ruido y pocas nueces, podría pensarse. Sin embargo, en el léxico diplomático de la UE esto ya es algo fuerte. Tanto es así que la audiencia se celebró a puertas cerradas (solo se permitió la entrada a la sala a los embajadores, un procedimiento inusual) específicamente para reducir las filtraciones.
Por otro lado, para eso está la presidencia rotatoria, para elaborar la agenda. Hungría, durante la discusión, argumentó que las visitas de Orban a Rusia, Ucrania y China fueron "estrictamente bilaterales" y solo para "sondear la viabilidad y las condiciones de un alto el fuego". Pero hasta 25 embajadores -hasta donde se supo, solo Eslovaquia no habló- dijeron muy claramente que este argumento "no era creíble", dado "el momento, la secuencia de las reuniones, el uso de los hashtags de la Presidencia rotatoria en las comunicaciones oficiales" y, por último, pero no menos importante, la reacción de Vladimir Putin.
"Las fronteras fueron clara y deliberadamente desdibujadas, Orban fue en contra de la letra y el espíritu de las conclusiones del Consejo Europeo, dañando así la unidad de la UE", confió una fuente diplomática. "Como Primer Ministro húngaro, es libre de realizar los viajes que considere oportunos, pero teniendo también cuidado de no debilitar la unidad, que representa la fuerza de Occidente, de Europa y de la OTAN", afirmó el Ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani, desde Washington -al igual que el Primer Ministro húngaro-, donde participa en la cumbre de la Alianza Atlántica.
El ministro Boka, sin embargo, asumió el papel de abogado defensor, rechazando punto por punto las acusaciones. Orban, además de informar al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, sobre el contenido de sus intercambios, se puso en contacto con "otros líderes europeos", argumentó el representante de Budapest.
"Ahora -subrayó Boka- corresponde a los Estados miembros y a las instituciones de la UE decidir qué hacer con esta información".
Boka, presionado por los periodistas, afirmó que no existe un "protocolo acordado" sobre cómo gestionar comunicaciones de viajes tan sensibles y que Orban se mueve con "espíritu de servicio", consciente de sus "responsabilidades", y que nunca quiso hablar "en nombre de la UE".
Así, emergen dos planetas distintos: el universo Orban y el resto de la UE. La nuestra es una Presidencia "peculiar", admitió simplemente Boka. De hecho, durante el Coreper, el Servicio Jurídico presentó una evaluación "clara y firme" de que todos los Estados miembros están obligados por el principio de "cooperación sincera" y que la Presidencia solo tiene un papel "limitado" en la representación exterior de la UE. En otras palabras, eso es suficiente.
Queda por ver si Orban entiende la sugerencia. Nadie, por ahora, "ha planteado la cuestión de poner fin o reducir la duración de la presidencia" de Hungría, confirmó un diplomático.
Sin embargo, hay quienes señalan que en el primer consejo informal organizado en Hungría faltaron ministros. Para Budapest es sólo una coincidencia.
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