Aquí la culpa es de la última etapa de la auto-misión de paz, que después de Kiev y Moscú lo ve de visita en Pekín, recibido por el presidente, Xi Jinping.
"El mandatario me dijo claramente que China continuará trabajando para crear las condiciones para la paz. ¡No estamos solos! La misión continuará. . . ", publicó Orban en su cuenta de la red social X.
De hecho, Budapest está cada vez más aislada. Al menos en la UE.
"Orban no tiene ningún mandato para representar a la UE en estas visitas", reiteró el portavoz de la Comisión Europea, Eric Mamer, durante la reunión diaria con la prensa.
"Hungría - recordó - tiene responsabilidades específicas cuando se trata de gestionar los trabajos del Consejo, como presidente de turno de la UE, pero esto es completamente diferente de lo que hace como Estado miembro con su propia política exterior".
Es decir, habla por sí mismo. Y los otros 26 Estados miembros están perplejos, para usar un eufemismo. En la reunión de los Representantes Permanentes de los 27 en la UE, programada para el miércoles, se le pedirá al embajador de Hungría que aclare. Así lo explicaron fuentes diplomáticas, destacando "la creciente preocupación" en las capitales europeas.
"Debería quedar claro que sólo representa a su país y en cambio ha dejado intencionadamente muchas ambigüedades, por ejemplo mostrando el logotipo de la presidencia rotatoria en sus comunicaciones", señaló una fuente.
Las tensiones "podrían crecer aún más" a medida que se acerque el Consejo de Asuntos Exteriores, ya que Budapest -explicó- "sigue bloqueando" el paso al European Peace Facility, es decir, la ayuda militar a Ucrania, donde ya hay un acuerdo de 26.
"En los próximos dos o tres meses, la situación en el frente será mucho más brutal", advirtió Orban en una entrevista con Bild, justificando así la necesidad de "pasar de una política de guerra a una política de paz".
Palabras que adquieren un peso, incluso siniestro después de los intensos bombardeos rusos en varias ciudades ucranianas, que también afectaron al hospital infantil de la capital.
El primer ministro húngaro es ahora esperado en Washington para la cumbre anual de la OTAN, que se inaugurará mañana martes.
El secretario general, Jens Stoltenberg, reveló la semana pasada que Orban había informado a su personal de la visita a Moscú -la UE, por el contrario, había caído de las nubes- y que, durante la cumbre, tal vez habría una oportunidad para "intercambiar puntos de vista" sobre el tema.
Pero Estados Unidos no ocultó su irritación. Orban ahora baila solo, con el claro objetivo de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca. Tanto sobre Ucrania como sobre China, con la que, dice, hay que "evitar una guerra comercial" (y al mismo tiempo abrir las puertas a las empresas del Dragón en Hungría).
Xi, por su parte, en el encuentro con los húngaros pidió "crear las condiciones" para un "diálogo" directo entre Kiev y Moscú. Bien. Quien lo intenta es el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky con su proceso de paz, que incluye la participación de Rusia en la segunda cumbre. Es una pena que China esencialmente lo haya desairado hasta ahora.
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