Un ejército de 30 mil hombres para prevenir y frenar cualquier desorden en la velada electoral que promete ser la más tensa de las últimas décadas: los resultados de la votación parecen ser el preludio de los enfrentamientos callejeros en Francia, donde el miedo se extiende en las ciudades a pesar de anuncios y el despliegue sin precedentes de hombres y equipos anunciado por el Ministro del Interior, Gérald Darmanin.
Por estas horas, antes de bajar las persianas para el domingo electoral, los comercios protegen sus vidrieras y escaparates con la ayuda de empresas especiales que suministran chapas a medida.
Desde ayer, las agencias bancarias y de seguros en todas las zonas comprendidas entre la Plaza de la República y la Bastilla, donde se esperan posibles concentraciones o manifestaciones, han reforzado sus defensas. Los cajeros automáticos son inaccesibles o, en algunos casos, incluso han sido desmantelados.
Las tiendas de telefonía móvil, las más afectadas y devastadas por los disturbios al final de las manifestaciones, pidieron protección especial.
Día tras día, la rápida campaña electoral (20 días para la primera vuelta, solo 7 para la segunda vuelta) estuvo teñida de agresiones, amenazas y violencia. Fueron 51 candidatos o simples militantes atacados mientras repartían folletos o colocaban carteles.
Darmanin habló de un clima tan caldeado que, antes del viernes, no mencionó que la amenaza terrorista, también debido a la inminencia de los Juegos Olímpicos, es "extrema" en el país.
Para mañana por la tarde, después de las 20 horas, cuando el riesgo será máximo, se ha decidido prohibir una manifestación convocada por un colectivo de antagonistas de izquierda frente a la Asamblea Nacional. Que a partir de mañana por la mañana estará en el centro de una zona excepcionalmente acordonada y vigilada de cerca, al igual que el Elíseo y los demás edificios de poder considerados en riesgo.
La violencia política contra representantes del sistema -diputados o funcionarios del gobierno- ha aumentado en las últimas décadas. Pero también que en las calles sea puntual el final violento de muchas manifestaciones, una costumbre de saqueos y devastaciones que con los chalecos amarillos tomó cadencia semanal.
La profesión de quienes preparan barreras y contrabarreras metálicas definidas como "anti-casseur" se ha convertido en un negocio. Hoy en Francia no solo están blindados los bancos y las tiendas de telefonía móvil, sino también el gran supermercado Monoprix que domina una de las avenidas que conducen a la gran plaza.
Se teme que por la noche a los grupos vestidos de negros con el rostro cubierto con pasamontañas se les unan bandas que llegan de los suburbios para iniciar una guerra de guerrillas con la policía y los gendarmes.
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