El domingo, el esperadísimo balotaje de las legislativas, que casi ciertamente no entregará la mayoría absoluta a ninguno de los tres bloques que se disputan el primado. Una última encuesta ve una ulterior baja de Rassemblement National (RN), de Marine Le Pen y Jordan Bardella. Las encuestas también muestran una participación cercana al récord del domingo pasado, alrededor del 67%: las prácticas dejadas para votar por quien se fue de vacaciones siguen rondando los dos millones, una cifra sin precedentes antes de estas elecciones legislativas.
Lo mucho que está en juego y las semanas de tensión se traducen en un clima peligroso, con violencia generalizada, especialmente en los suburbios. Y también con relaciones muy tensas entre los líderes de los partidos y dentro de las propias agrupaciones, especialmente después de la dura prueba de los retiros de 220, candidatos que desisitieron antes de las elecciones en en función anti-RN, una estrategia que dio sus frutos -según las encuestas- pero que provocó laceraciones profundas.
A Rassemblement otorga esta tarde el instituto IPSOS entre 175 y 205 escaños, muy lejos ahora de la cifra de 289 que pretendía alcanzar para gobernar con mayoría absoluta. El Nuevo Frente Popular sigue con 145-175 bancas, Ensemble (macronianos) se espera entre 118-148.
La estrategia funciona, las tensiones están por las nubres: si ayer François Ruffin, considerado una paloma de La France Insoumise, abandonó el partido en abierta polémica con el líder tribuno Jean-Luc Mélenchon, hoy Le Monde revela que se abrió un abismo entre Emmanuel Macron y el primer ministro Gabriel Attal.
Hasta el punto que los dos, según escribe el periódico, "casi ya no se hablan, salvo por motivos de trabajo".
En el fondo, la diferente forma de entender el desistimiento: para Macron con la equidistancia entre la extrema derecha y la extrema izquierda, mientras que Attal, ex socialista, subrayó públicamente, en el momento más candente de la elección crucial, que "nuestro objetivo es impedir RN tenga la mayoría absoluta después de la segunda vuelta".
No será fácil reconstruir una relación que parece indispensable al menos durante los primeros días que seguirán a las elecciones, con la dificultad de salir del impasse de la ingobernabilidad. El propio Attal, en su último mitin de hoy en París, aseguró que su gobierno podrá seguir garantizando la continuidad del Estado "durante el tiempo que sea necesario", en el caso de que las negociaciones entre fuerzas políticas para formar un nuevo ejecutivo se prolonguen.
Mientras tanto, todos los ojos están puestos en el domingo por la noche, cuando -según informaciones de los servicios de seguridad- el peligro de disturbios y violencia callejera será máximo. La Asamblea Nacional, ante la cual el colectivo "Acción antifascista" se dio cita con sus seguidores, será blindada. Los antagonistas quieren manifestar "cualquiera que sea el resultado" del balotaje. Darmanin -que ha desplegado 30.000 policías y gendarmes en todo el país, 5.000 sólo en París- está decidido a "crear por todos los medios un bloqueo contra la extrema derecha y sus aliados".
Por si no faltara nada nada, Francia incluso se halla -palabras del ministro del Interior- bajo una amenaza terrorista "extremadamente fuerte" a medida que se acercan los Juegos Olímpicos de París 2024, un tema del que Darmanin no había hablado "en los últimos días porque -según él- argumentó: estamos en campaña electoral".
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