Todo ello desde una posición de fuerza, la que garantizaría la presidencia rotatoria del Consejo de la UE que Budapest asumirá el 1 de julio durante seis meses.
Pero, en la línea de salida, el primer ministro húngaro estaba en clara desventaja, debilitado en su país por la fuerte caída del apoyo a su partido, Fidesz, registrada en las elecciones europeas y por la distancia creada con el gobierno italiano.
Decidido a salir del limbo de los no inscritos en el Parlamento Europeo, Orban contaba con la "reinas" de la derecha europea, Giorgia Meloni y Marine Le Pen, para formar un supergrupo que rompiera el aislamiento político en el que ha caído durante años.
Un plan que, no obstante, fracasó por la voluntad de su aliado italiano, más proclive a la cooperación con el Partido Popular Europeo (PPE), los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR).
Ahí, no obstante, surge lo que podría ser un problema para Meloni.
La posibilidad de que se forme un nuevo grupo, el de Visegrado, liderado no sólo por Orban, sino también por el principal socio de Meloni en la ECR, los soberanistas polacos del PiS, con su botín de 20 escaños.
Pero también podría ser un engaño.
Según los observadores, el grupo de Visegrado, en las intenciones de húngaros y polacos, sigue siendo el plan B, detrás del sueño aún no desvanecido de unir a la derecha.
Por lo tanto, en un escenario en continua evolución, no parece haber ninguna fractura irreparable en el horizonte, al menos entre Orban y Meloni.
Y esto a pesar de que el "soberano del Este" parece haberse distanciado de la premier en medio de la disputa por los altos cargos.
Los dos líderes, únicos que votaron en desacuerdo, siguieron lógicas diferentes: Orban dio luz verde a Antonio Costa, rechazó a Von der Leyen y postergó a Kaja Kallas.
De hecho, entre los dos líderes sigue existiendo una afinidad en cuestiones, desde el Pacto Verde hasta la migración y la competitividad de la UE, que el húngaro aprovechará, durante la presidencia y la legislatura naciente, para ponerse del lado de Meloni y romper el asedio en que los demás líderes europeos lo han endurecido.
A la espera del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el verdadero activo por el que Orban lo apuesta todo.
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