Después del atentado, los terroristas incendiaron los dos lugares de culto y los equipos antiterroristas de toda la zona se lanzaron a una cacería para detener a los atacantes.
Según fuentes locales, al menos dos terroristas murieron durante la huida.
La primera reconstrucción proporcionada por el Ministerio del Interior de Daguestán reveló que alrededor de las 18 horas, personas no identificadas dispararon contra una sinagoga y una iglesia con armas automáticas.
Los sospechosos, según los investigadores, huyeron en un Volkswagen Polo blanco.
También Israel ha seguido inmediatamente con gran preocupación todo el asunto: la embajada israelí en Moscú -informó el ministerio de Asuntos Exteriores de Tel Aviv- se puso inmediatamente en contacto con los líderes de la comunidad judía del distrito de Derbent.
Según fuentes israelíes, "por lo que se sabe, en el momento del ataque no había fieles en la sinagoga".
En tanto, en toda la República del Cáucaso, el Comité Nacional Antiterrorista local decidió una movilización excepcional de las fuerzas de seguridad especializadas en acciones antiterroristas: "Con el fin de garantizar la seguridad de las personas, prevenir los crímenes terroristas y detener a las personas involucradas en ataques armados -se lee en la nota del Comité- el jefe de la Dirección del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB) para Daguestán decidió imponer las operaciones antiterroristas".
Una fuente cercana a la policía local dijo a la agencia Tass que los autores de los ataques "son miembros de una organización terrorista internacional".
Ya el pasado 28 de octubre, esta república de mayoría musulmana fue escenario de un acto abiertamente antisemita: en el aeropuerto de la capital, Makhatchakala, decenas de personas tomaron por asalto la pista y la terminal después de que se anunciara el aterrizaje de un avión procedente de Israel, gritando 'Allah u Akbar', en lo que a todos les parecía una verdadera cacería humana, con ecos siniestros de pogrom.
En ese momento, Moscú acusó al gobierno de Kiev de tener "un papel clave" en esa acción.
La portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de Moscú, Maria Zakharova, dijo que el objetivo de Ucrania era "desestabilizar a Rusia" provocando divisiones étnico-religiosas.
"Acusaciones absurdas", fue la respuesta de Washington.
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