En el piso vigésimo quinto de El Hotel, en la zona comercial de Bruselas, donde se hospedó hace unos años el expresidente estadounidense Donald Trump, se encontraba hoy la élite del soberanismo europeo: la francesa, Marine Le Pen, el italiano Matteo Salvini, y otros líderes que procedían de Flandes, Portugal y la República Checa.
Al hotel entraron sonriendo, fortalecidos por un resultado electoral que podría llevar al grupo Identidad y Democracia a tener más de setenta eurodiputados, con el posible regreso de los alemanes de AFD.
El objetivo es construir un frente único de derecha y dar un empujón a la mayoría de Úrsula von der Leyen. Que se trate de un único grupo con ECR o no es secundario en este momento.
También porque la hipótesis, por ahora, no entusiasma ni a los conservadores ni al partido Hermanos de Italia. La cumbre de los soberanistas estuvo precedida por un encuentro cara a cara entre Salvini y Le Pen.
Ambos, explicaron fuentes de la Liga, firmaron una especie de pacto, construido sobre tres pilares: "Unidad del centro-derecha, no apertura a las mayorías con la izquierda, determinación de cambiar Europa".Poco después, en la cumbre ampliada, el marcador no cambia: Ursula von der Leyen es el enemigo común. En tanto, el presidente francés, Emmanuel Macron, en un video publicado por uno de los participantes, incluso se convierte en objeto de burlas. "Gracias Macron, un excelente opositor", se reían los invitados.
Además de Salvini y Le Pen, estaba el holandés Geert Wilders, ganador de las últimas elecciones en Holanda, el checo Tomio Okamura, el eurodiputado de los austriacos del FPO Harald Vilimsky.
Y luego el presidente del ID, Gerolf Annemans, la estrella en ascenso del Vlaams Belang flamenco, Tom Van Grieken, el danés Morten Messerschmidt, el líder del Chega André Ventura, quien antes de entrar a la reunión rechazó rotundamente la hipótesis de su compatriota Antonio Costa al frente del Consejo Europeo. Ninguno de esos movimientos quiere alcanzar la mayoría para un "Úrsula bis". De hecho, esa mayoría quiere subvertirlo.
Y ahí es justamente onde radica la distancia de ID con los conservadores y reformistas: El grupo liderado por la premier italiana, Giorgia Meloni, reunido por la tarde, avanza con extrema cautela después de las elecciones europeas.
De momento, recibieron la entrada de 4 nuevas delegaciones (cada una de ellas de un eurodiputado), procedentes de Croacia, Luxemburgo, Letonia y Chipre.
El grupo cuenta ahora con 77 representantes electos, dos menos que los liberales. La entrada de Viktor Orban, al igual que el grupo único con ID, no es un tema sobre el que exista el consenso necesario.
Si Fidesz entrara, por ejemplo, la delegación checa encabezada por el primer ministro Fiala se dirigiría al PPE.
El tema de fondo sigue siendo uno: estar en posición de dialogar con el Partido Popular y, por lo tanto, también con la Comisión que vendrá, o saltar la barricada con la esperanza de tener una Francia dirigida por Le Pen.
Es más, la propia líder de la Rassemblement National, en los últimos meses, lideró la expulsión de la AFD tras las declaraciones negacionistas de Maximilian Krah.
Sin embargo, después de haber expulsado a Krah, la ultraderecha alemana podría volver a ID. La cuestión se debatió en la cumbre de Bruselas y se llegó a la conclusión de que es mejor esperar a las elecciones en Francia.
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