Por si fuera poco, hoy también se implicaron los antimonárquicos, que se reunieron en el corazón de la metrópolis británica, en Trafalgar Square, a un paso del Palacio de Buckingham, residencia oficial del soberano, para exigir la abolición de la monarquía.
El grupo "República", escribió el Evening Standard, sacó a las calles pancartas y pancartas amarillas con lemas contra la institución y el rey, entre ellos "Abajo la corona" y "Cambiar el país de una vez por todas", gritando varias veces el lema: "¡Abdicar!".
Una protesta que contó con la participación de un centenar de personas, encabezadas por el director general del grupo, Graham Smith, que declaró en voz alta desde el escenario frente a la National Gallery: "Cada año, en vísperas de la coronación, celebraremos la República".
Un encuentro colorido que atrajo la atención de curiosos y turistas, pero que recibió poca cobertura en los medios británicos.
Sin embargo, la decisión del rey Carlos III de no ocultar su enfermedad, según muchos observadores, ayudó al nuevo monarca a acercarse y permanecer conectado con el pueblo británico, fortaleciendo efectivamente la monarquía después del largo reinado de su madre Isabel II.
Esta semana, mientras tanto, se espera un fugaz regreso a su tierra natal del príncipe rebelde Harry, que llegará el 8 de mayo desde su autoexilio estadounidense para participar en el décimo aniversario de los Invictus Games, juegos deportivos reservados para soldados discapacitados que patrocina desde entonces su fundación.
Aunque no se sabe si en esta ocasión habrá espacio para un nuevo cara a cara entre padre e hijo, tras la visita que realizó el duque de Sussex al progenitor en febrero tras la noticia de la enfermedad del soberano.
Un viaje en el que el príncipe cadete no estará acompañado de Meghan, ni tampoco de sus hijos Archie y Lilibet. Y parece aún menos probable que sea el preludio de un deshielo con su hermano mayor William.
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