El presidente francés, Emmanuel Macron -según reveló Bloomberg- se habría puesto en contacto con algunos jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Giorgia Meloni, sobre la posibilidad de que un perfil técnico como el de Draghi presida la Comisión Europea.
En definitiva, un perfil que, como explicó el propio Macron en marzo, para Francia sería más adecuado que la solución política.
Y detrás de esas dos hipótesis se esconden dos nombres, indiscutiblemente: el primero es el de Draghi, el segundo es el de la candidata del Partido Popular Europeo (PPE), Ursula von der Leyen.
El (supuesto) movimiento de Macron no sorprendió demasiado a los edificios de Bruselas, ni siquiera a los paneles al margen de la última sesión plenaria de la Cámara Europea.
El nombre del expresidente del BCE está en el centro de los rumores desde hace semanas.
Y Macron, al margen de la cumbre
informal de abril, lo llamó "un amigo formidable".
Y la idiosincrasia del jefe de Estado francés por un
presidente de la Comisión representante del partido europeo
ganador llevó, en 2019, al rechazo de Manfred Weber, entonces
candidato del PPE, y a la elección de la propia Von der Leyen.
La noticia que trascendió en Bloomberg fue, no obstante,
rápidamente desmentida por Roma.
Fuentes del Palazzo Chigi lo
definieron como "completamente infundado" y reiteraron que
Meloni cree que "cualquier contacto o negociación encaminada a
definir las futuras estructuras de los líderes políticos de la
Unión solo podrá tener lugar después de las elecciones para la
renovación del Parlamento Europeo".
"No confirmamos esos contactos, no entendemos de dónde
vienen", aclararon, en tanto, desde el Palacio del Eliseo, en
vísperas del esperado discurso de Macron sobre Europa en la
Sorbona.
El tema, una vez más, es que hasta el 9 de junio nadie
abandonará la estricta precaución.
Sin embargo, en un contexto internacional ahora marcado por
conflictos, con una economía de la UE llamada a liberarse de las
garras chino-estadounidense, y con una ronda electoral que
podría certificar el ascenso de los soberanistas, la llegada de
Draghi sigue ganando consenso.
El PPE (populares europeos), por razones obvias, ni
siquiera mencionó esa posibilidad, mientras que es poco probable
que los socialistas revelen sus cartas antes de la votación.
Pero los liberales nunca ocultaron su aprecio por Draghi,
quien también podría recibir el apoyo de los Verdes y, quizás,
también de algunos partidos de derecha.
Al margen de la ceremonia por los 20 años de la ampliación
del bloque, el expremier y expresidente de la Comisión, Romano
Prodi, expresó a su manera una opinión clara sobre la hipótesis
de Draghi al frente del Palacio Berlaymont.
"Hay momentos en los que a uno le gusta tener una
personalidad incómoda, todo depende del momento político",
manifestó, advirtiendo de que los efectos en Europa de un
posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca son
"impredecibles".
El juego de los altos cargos también sigue siendo
impredecible en este momento.
La hipótesis de que Pedro Sánchez dimita como primer
ministro en España el lunes también tendría efectos sísmicos en
Bruselas, aumentando repentinamente las posibilidades de que el
primer ministro socialista suceda a Charles Michel en el Consejo
Europeo.
En ese contexto, el partido conservador ECR, presidido por
Meloni, optó por no presentar candidato. En una reunión
realizada el martes en Bruselas, los conservadores aprobaron por
unanimidad el manifiesto electoral europeo.
"Nuestro primer objetivo es defender a nuestras naciones de
los intentos de privarlas de sus poderes", dijo Meloni.
Durante una reunión se reiteró que, en la próxima
legislatura, la presidencia del grupo ECR seguirá siendo
compartida por Hermanos de Italia y el PIS polaco.
Pero el futuro del mundo soberanista sigue siendo nebuloso.
La entrada de la Unión Cívica Húngara (Fidesz) en el ECR
está lejos de ser un hecho e incluso en el lado "lepenista" no
se pueden descartar movimientos sorpresa.
En este contexto, la opción Draghi podría alterar aún más
el equilibrio
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