La norma aumenta la edad de jubilación de 62 a 64 años. Y la decisión del gobierno desató una gran ola de protestas en Francia.
Tras el visto bueno de los sabios franceses a la reforma, el líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon, condenó una decisión que muestra un Consejo Constitucional "más atento a las necesidades de la monarquía presidencial que a las del pueblo soberano".
"La lucha continúa. Necesitamos juntar fuerzas", añadió.
Desde la derecha, la posición fue similar. "Si la decisión del Consejo Constitucional cierra la secuencia institucional, el destino político de la reforma de las pensiones no está decidido", apuntó la líder Marine Le Pen.
"El pueblo siempre tiene la última palabra -prosiguió Le Pen-, le corresponderá al pueblo preparar la alternativa que vuelva a esta reforma inútil e injusta".
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