Frases dichas en el Salone dei Corazzieri del Quirinale, conde hubo como de costumbre altos mandos del Estado y es imposible no notar cómo este año el parterre institucional en las fiestas de El Día de la Memoria se ha movido a la derecha: en la primera fila, la premier Giorgia Meloni, quien escuchó con gran atención y lo mismo hizo el presidente del Senado, Ignazio La Rusia, y el de la Cámara de Diputados, Lorenzo Fontana.
Quizás por eso la intervención del Presidente de la República asumió severa solemnidad y muchos de sus pasajes parecían dirigidos al hoy más que al mañana. El jefe de Estado no ha hecho descuentos ni a la política ni a los italianos recordando en directo por televisión lo extensa que es la responsabilidades que condujeron al Holocausto. Demasiado fácil limitarte identificar a Hitler y Mussolini como los únicos culpables: hubo un largo período -subrayó Mattarella- en el que existió un "consenso generalizado, a veces tácito" que permitió lo inimaginable.
Era "un consenso con diferentes grados y motivaciones: pertenencia incondicional, miedo, pero también, y con frecuencia, conformidad y esa horrible apatía moral que constituye la indiferencia", indicó.
Una apatía moral que pocos ganaron y que hoy no preocupa poco al presidente que sintió la obligación de hablar del tema con claridad: "Los principios que conforman nuestra Constitución son la negación radical del universo que condujo a Auschwitz.
Principios que hoy, lamentablemente, vemos amenazados en el mundo por guerras de agresión, la represión y las ejecuciones, en resumen el preocupante resurgimiento -alimentado por una uso distorsionado de las redes sociales- de antisemitismo, intolerancia, racismo y negación, que es la mayor forma de racismo astuto e insidioso".
También hubo una referencia deliberada a la República de Saló -ese Estado títere de la Alemania nazi;; que existió durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, hasta que fue derrocada por los partisanos italianos- y recordó que la historia no es un velo oscurecedor tras el cual los actores son todos iguales en comportamiento: "no podemos olvidar el sufrimiento de nuestros militares, internados en campos de prisioneros alemanes, después de negarse a entrar archivos de la República de Saló, aliado y cómplice del ocupante Nazi. Había 650.000. Su no entrega representó un acto de valentía extrema, redención moral, resistencia".
Estaban, en definitiva, "los justos" que "decidieron resistir a la barbarie Nazi, escondiendo o ayudando a los judíos a escapar; y ahí había muchos, "delatores, entregadores y traidores que entregaron vidas humanas a los asesinos, por fanatismo o por cobardía a cambio de dinero".
Luego vino la condena de Giorgia Meloni que precedió a la jefe de Estado con un fuerte mensaje: "El Holocausto representa el abismo de la humanidad. Un mal que ha tocado profundamente incluso nuestra nación con la infamia de las leyes raciales de la 1938. Es nuestro deber hacer que la memoria de aquellos hechos y lo ocurrido no se reduce a un mero ejercicio de estilo", escribió la primera ministra.
La Russa también condenó "la infamia de las leyes raciales" garantizando que "el Senado es estado y estará siempre a la vanguardia de la difusión de la profunda significado del Día de la Memoria". Silvio Berlusconi, en cambio, subió el listón de la política y mientras se producían enfrentamientos en Cisjordania subrayó que "no es suficiente recordar si no se defiende el Estado de Israel".
Finalmente, el Papa Francisco se encargó de reparar las muchas reflexiones que acompañan la jornada: "la memoria del exterminio de millones de judíos y otras personas de otras religiones no pueden ser olvidadas ni negadas, no puede haber fraternidad sin haber disipado antes las raíces del odio y la violencia que alimentó el horror del Holocausto". Pero para el Presidente de la República de Italia la reflexión no termina con la ceremonia en el Quirinale: Mattarella pronto visitará Aushwitz. Se organiza el viaje del jefe de Estado y podría estar listo para abril
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