A decidirlo, bajo seguimiento y sin algún anuncio oficial,
el rey Carlos III en persona, decidido a distanciar aún más la
sombre del hermano menor en desgracia de la imagen pública del
palacio, a 5 meses de la muerte de la reina Isabel II, su madre.
Y quizás también castigar al duque de York por filtrar
recientemente, a la atención de los tabloides, la versión de una
presunta veleidad de reabrir el escándalo Epstein mediante una
hipotética, cuanto embarazosa, acción legal en Estados Unidos
dirigida a buscar improbables resquicios de rehabilitación.
A reavivar el título según el cual Andrés fue "echado del
palacio de Buckingham" fue, primero, el Sun, de Rupert Murdoch.
El diario citó como fuente la acostumbrada garganta profunda
anónima de la corte.
Bajo la causa de los trabajos millonarios de restauración
de la residencia oficial londinense de la dinastía, en curso
desde hace tiempo, el ex hijo predilecto de Isabel fue privado
ahora del alojamiento de representación en el palacio: una
habitación reservada en la que el duque -que reside normalmente
en la zona del castillo de Windsor, fuera de la ciudad- estaba
acostumbrado a visitar en ocasión de los pasajes por la capital
del Reino.
Alojamiento que parece despejado de todos los objetos por él
queridos, incluso la famosa ( tristemente célebre) colección de
osos de peluche de la que, siempre según los tabloides, el
príncipe, de 62 años, morbosamente encariñado aún en la edad
madura como una memoria de la infancia.
El Sum escribe que el staff real de la casa habría ofrecido
a Andrés elegir un pied-á-terre londinense alternativo en el
adyacente St. James Palace: otro hogar oficial de la monarquía,
pero simbólicamente menos expuesta. Sea como fuere, las
revelaciones acerca del desahucio suenan un poco repetitivas.
Visto que eran difundidas con títulos idénticos, de la misma
prensa popular de la isla, poco más de un mes atrás cuando se
filtró la noticia de una orden de desalojo de los lugares
asignados en el palacio de Buckingham al duque de York como
oficina.
Una señal ya clarísima de la intención de Carlos III,
respaldado por el neo heredero al trono Guillermo, de excluir a
priori cualquier restitución al hermano, en un tiempo rival
-tercer hijo de Isabel y Felipe- de los encargos o de los grados
militares derogados.
Menos aún ante la hipótesis de que Andrés pueda, en verdad,
aventurarse en el camino minado de una búsqueda de venganza
judicial contra Virginia Giuffre, víctima de Epstein que en el
pasado lo inmiscuyó en el escándalo del apañador pedófilo y que
justo un año atrás él mismo aceptó desembolsar 16 millones de
dólares para evitar un proceso civil público en ultramar.
Un camino destinado en el caso a alimentar nuevas polémicas
-como si no bastase la explosiva autobiografía best-seller del
príncipe Harry- justamente mientras se definen los preparativos
para la coronación solemne de Carlos y Camilla en agenda para
mayo en la Abadía de Westminster.
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