El presidente de Francia, Emmanuel Macron, envió un mensaje a los franceses, en el que advirtió que "se acabó la era de la abundancia".
En su discurso ante el Consejo de Ministros, Macron instó a todos los componentes del gobierno a la "unidad" ante los efectos concomitantes de la crisis climática y por la guerra, que se traducen -en sus palabras tras regresar de tres semanas de vacaciones- en el "fin de la abundancia".
El discurso de Macron a los ministros, inmediatamente cuestionado por la oposición y en particular por la izquierda, fue excepcionalmente retransmitido en directo, un acontecimiento raro que atestigua la percepción de la gravedad del momento por parte de los máximos dirigentes franceses.
El jefe del Elíseo, de hecho, quiso dictar la agenda a los ministros, invitándolos a ser "claros" en sus mensajes, a permanecer todos "unidos", ya que habrá que tomar "decisiones fuertes" o inclusive hacer sacrificios.
Un concepto que el propio jefe de Estado había expresado en su discurso del 14 de julio, durante la fiesta nacional.
"El momento que estamos viviendo -dijo Macron, quien tuvo a su lado a la primera ministra Elisabeth Borne, que creció sorprendentemente en las encuestas- puede parecer compuesto por una serie de crisis graves y algunos podrían pensar que nuestro destino ahora es gestionar perpetuamente crisis o emergencias.
Por mi parte -prosiguió- creo que lo que estamos viviendo es más bien un gran momento de transición o un gran sobresalto".
El jefe de Estado mencionó obviamente las dos crisis más urgentes a abordar, la de la guerra en Ucrania y sus devastadores efectos también en las economías europeas, y la climática.
"Es el fin de la abundancia", admitió el presidente, quien también aseguró que escaseará la "liquidez", los "productos tecnológicos", las materias primas, incluso el agua.
Pero no se trata sólo del fin de la abundancia material, también está el declive definitivo de los "valores", empezando por el que acompañaba a los regímenes democráticos.
Es "el fin de la inconsciencia", según Macron, que con el discurso de hoy parece haber emprendido un camino nuevo para él: de los grandes planes de expansión a la elección de advertir a los franceses que los tiempos se están poniendo realmente difíciles.
Un intento, quizás, de anticiparse a la tormenta: "Nuestros conciudadanos pueden reaccionar con mucha ansiedad", advirtió, instando al Gobierno a "respetar sus promesas y compromisos" y permanecer unidos.
Las advertencias del nuevo Macron, preocupado y pesimista, fueron recibidas con frialdad y con hostilidad por gran parte del mundo político.
Para el responsable del sindicato CGT, Philippe Martínez, se trata de "un mensaje tardío. Habla del fin de la abundancia con millones de desocupados y con millones de trabajadores temporales".
"Esto es de locos -reaccionó el comunista Fabien Roussel-, como si los franceses se hubieran ahorrado sus preocupaciones o se hubieran hartado hasta ahora".
Por su parte, el líder de los radicales de izquierda de France Insoumise, Jean-Luc Mélenchon, observó que "es increíble escuchar cosas así en un país donde hay 9 millones de pobres.
Señor Macron -añadió- nunca hubo abundancia, siempre hubo irresponsabilidad".
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