Donald Trump no alivia la presión sobre Kiev y después de las armas también interrumpe el suministro de inteligencia, para lograr que Volodymyr Zelensky acepte el acuerdo de paz.
La nueva postura de los estadounidenses, que ya no están al lado de los ucranianos, es observada con preocupación por los europeos.
El presidente francés, Emmanuel Macron, lo dijo claramente, hablando de una “nueva era” en la que el Viejo Continente debe pensar en su propia seguridad.
El espectro que acecha es siempre el mismo, Rusia, que "se ha convertido en una amenaza para Europa" y no solo para Ucrania, dice el presidente francés dirigiéndose a la nación por televisión.
"No podemos quedarnos de brazos cruzados", advirtió, diciendo que está decidido a "abrir el debate estratégico" sobre la disuasión nuclear -un paraguas atómico hecho en Francia- con los aliados europeos, con los que se reunirá mañana en la cumbre de Bruselas.
Europa, según el Elíseo, debe desempeñar también un papel central en las garantías de seguridad para Kiev.
Macron relanza así su idea de una misión de mantenimiento de la paz que evite violaciones rusas después del acuerdo. Y anunció una cumbre en París de los Jefes de Estado Mayor de los países que quieran adherirse: la llamada coalición de voluntarios en el centro del plan Francia-Gran Bretaña, a la que, según la cadena CNN, se adheriría también Turquía.
La nueva restricción estadounidense, después de aquella sobre las armas a Kiev, afectará a los servicios de inteligencia y consistirá en detener la información sobre objetivos en territorio ruso, para impedir que los ucranianos lleven a cabo ataques de largo alcance.
Sin embargo, el director de la CIA, John Ratcliffe, dejó claro que la medida sería temporal y solo funcional hasta el inicio de las negociaciones.
"Trump es el presidente de la paz y quiere poner fin a las guerras que existen", por lo que pidió una "pausa" en la ayuda militar porque planteaba una "verdadera pregunta sobre el grado de compromiso de Zelensky con la paz", dijo Ratcliffe, añadiendo que esperaba que Estados Unidos y Ucrania volvieran de nuevo a "trabajar hombro con hombro" en el futuro.
El propio Trump, después de haber expulsado a Zelensky de la Casa Blanca la semana pasada, lo que generó temores de una ruptura irreparable, "valoró" la nueva actitud del líder ucraniano en el Estado de la Unión.
"Me escribió que está dispuesto a sentarse a la mesa de paz y firmar el acuerdo sobre minerales", anunció el presidente estadounidense.
Mientras que el propio Zelensky, en una conversación telefónica con Olaf Scholz, reiteró que el fin de la guerra "de una vez por todas es posible" con el "liderazgo de Estados Unidos" y la contribución de los europeos. Tanto es así que mañana volará a Bruselas para participar en el Consejo extraordinario de la UE dedicado al conflicto.
El gobierno de Kiev, en tanto, tomó medidas para restablecer el contacto con Washington. Andriy Yermak habló por teléfono con el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Michael Waltz. En la reunión, dijo, se discutieron "los próximos pasos hacia una paz justa y duradera" y fue "programado un encuentro de nuestros equipos en un futuro próximo para continuar este importante trabajo".
Para la mejora definitiva de las relaciones entre Trump y Zelensky habrá que esperar un nuevo viaje a Estados Unidos del presidente ucraniano, que esta vez podría estar acompañado de su homólogo francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico Keir Starmer.
En un momento dado del día, el portavoz del gobierno francés habló de esta misión a tres bandas, pero poco después tanto el Elíseo como el gobierno británico aclararon que "no hay ningún plan para una misión conjunta".
Tal vez este viaje americano de los tres mandatarios ya haya empezado a discutirse, y tal vez se espere el visto bueno de Trump, es lo que se filtra desde Londres. Por ahora, será el ministro de Asuntos Exteriores, John Healey, quien viajará a Estados Unidos, donde se reunirá con su homólogo estadounidense, Pete Hegseth.
En el lado opuesto del conflicto, Moscú sigue esperando. El Kremlin reiteró que las palabras de Zelensky sobre el deseo de paz fueron positivas, pero subrayó que todavía no hay negociaciones.
Al mismo tiempo, en Rusia fue acogida con agrado la propuesta del presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko, de celebrar las negociaciones entre las partes en Minsk: "Para nosotros es el mejor lugar".
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