La hermana Mary Joshep, superiora general de la
congregación, hace unos meses, después de Nirmala Yoshi y Mary
Prema, anunció que en la capital de la región de Bengala, como
en muchas otras ciudades de la India, se realizarán numerosas
misas y oraciones.
Sin embargo, dijo, para la orden, "la prioridad es mantener
vivo el legado de la Santa y seguir ofreciendo gratuitamente
todo el bien que se pueda".
Las misioneras tienen 19 casas sólo en Calcuta, donde
continúan, como en vida de la fundadora, asistiendo a los
pobres, a los niños, a los desposeídos, sostenidas por un flujo
ininterrumpido de donaciones anónimas.
Otras 244 casas están repartidas por el resto del país; pero
la obra de la monja de origen macedonio, proclamada santa por el
papa Francisco en 2016, se ha extendido por todo el mundo: la
orden, con 5.000 monjas, está presente en 139 países.
Un importante reconocimiento llegó en 2012 por parte de las
Naciones Unidas, que declaró la fecha del 5 de septiembre, día
del fallecimiento de la religiosa, como el Día Mundial de la
Caridad.
En 2016, la congregación obtuvo el registro oficial del sari
por parte del gobierno indio: la tela de algodón, tejida en
telares manuales con las rayas azules que representan las
virtudes del orden, ahora está protegida por ley.
Sin embargo, la vida de la congregación en la práctica no
está exenta de obstáculos. En Kolkata, el gobernador, Mamata
Banerjee, de fe hindú, pero no fundamentalista, la apoya
abiertamente; pero en varios estados donde los hindúes son cada
vez más intolerantes no faltan los problemas.
Desde 2018, la congregación frenó las adopciones
internacionales después de que se cerraran dos orfanatos y se
acusara a tres monjas de traficantes de niños.
En diciembre de 2021, el gobierno suspendió cuentas
bancarias y donaciones internacionales bajo el pretexto de
autorizaciones burocráticas vencidas.
La disputa se resolvió, pero, en la pasada primavera
(boreal), las autoridades de Jharkand cerraron dos hogares de
acogida para niñas y las misioneras fueron acusadas ;;de
conversiones forzadas.
Sin embargo, a pesar de los ataques, la Madre Teresa sigue
siendo uno de los íconos más difundidos en el país donde eligió
vivir.
Su retrato se encuentra en todas partes, junto con los de
Gandhi y Ambedkar, el campeón de las castas oprimidas. Una
presencia más poderosa que todas las amenazas.
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