Y no habría opciones
"inmediatas" en el aire, aunque se debe evaluar cuidadosamente
si el revuelo en torno a los procesos que involucran a Daniela
Santanché no "debilitan" su acción como ministra.
Y, a su vez, no puede dañar la acción del gobierno.
Es en torno a esos conceptos que reflexionan las altas
esferas del Ejecutivo sobre el caso de la ministra de Turismo
italiana, enviado a juicio por falsedad contable y sobre quien
está pendiente otra solicitud de ir a juicio por fraude al
Instituto Nacional de Previsión Social (INPS, por las siglas en
italiano) relacionado con el fondo Covid.
Según se informó, la premier italiana, Giorgia Meloni, aún
está reflexionando sobre qué hacer, convencida de que el desafío
de dirigir el país es "tan grande" que no puede permitirse
ningún error.
O tropiezos relacionados con cuestiones
personales, como ya ocurrió con Gennaro Sangiuliano.
La primera ministra aún no dijo ninguna palabra en público
sobre el asunto, pero es muy probable que también haya abordado
este tema con el presidente del Senado, viejo amigo y
patrocinador de Santanchè.
Si bien la reunión, ambas partes se esfuerzan por señalar,
había sido planeada desde hace algún tiempo y es parte de la
rutina de ambos.
Meloni se reunió con Ignazio La Russa en la hora del
almuerzo en el Palazzo Chigi, a donde ella había llegado muy
temprano, tras su regreso de Washington, donde asistió a la
juramentación de Donald Trump como presidente estadounidense.
Muchos en el Parlamento están convencidos de que una
"persuasión moral de Ignazio" podría ser la clave para convencer
a la ministra de dar un paso atrás que nadie, a estas alturas,
quiere excluir.
La elección personal y antes de una "redde rationem" con la
premier es uno de los argumentos que ya están esgrimiendo
algunos exponentes de Hermanos de Italia (Fratelli d'Italia -
FDI), le permitiría también una salida menos traumática para
Santanchè, quien, sin embargo, por el momento no parece
dispuesta a dejar el cargo.
Mientras, ella se mantiene en su cargo y, de hecho, califica
de "surrealistas" los trascendidos sobre su inminente dimisión,
hasta el punto de que algunos pensaban que Palazzo Chigi tendría
que esperar poco tiempo para anunciarlos.
"Estoy en Milán, ocupada con una reunión importante, no
tengo nada que añadir", desestimó la ministra.
Además, a principios de la próxima semana tiene prevista una
misión en Arabia Saudita, donde se instalará en Jeddah el
Villaggio Italia por el Amerigo Vespucci.
Allí podría cruzarse con la premier, aunque la agenda de
Meloni a menudo se cierra en el último momento.
El hecho es que ambas aún no se encontraron y, según la
mayoría, ni han tenido noticias la una de la otra.
Y las voces que se alzan en su defensa desde su propio
partido se pueden contar con poco más de una mano.
Desde las primeras filas del ejecutivo, solo el ministro
Guido Crosetto, interrogado en el Senado, invitó a "esperar el
curso de la justicia", declarándose "el más garantista que
existe en el Parlamento italiano".
Y los que, con la libreta cerrada, se ponen del lado del
ministro, recuerdan también que la otra acusación, la de fraude
al INPS, es más grave.
Un posible reemplazo "no será discutido antes de marzo",
dicen los más optimistas, recordando que el 29 de enero el
Tribunal de Casación decidirá si el proceso sobre el fondo Covid
debería realizarse en Milán o Roma.
Si el expediente se moviera, podrían pasar algunas semanas
más.
Siempre y cuando la premier -se comenta en círculos
mayoritarios- no decida primero algo diferente.
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