Con este impulso, a 50 kilómetros de la frontera con Rusia, Giorgia Meloni intenta, y en gran medida encuentra, reunir a las "frugales" Suecia y Finlandia, que tienen la amenaza a sus puertas, para encontrar juntos una solución viable. En Bruselas y en la OTAN.
Las intenciones de Donald Trump de pedir aumentar la contribución a la Alianza Atlántica hasta el 5% rondan en Saariselka, en el corazón de la Laponia finlandesa. "Pero son noticias falsas", dice Meloni a sus colegas y en particular al premier anfitrión, Petteri Orpo, cuando la pregunta llega poco después de la cumbre Norte-Sur. Se trata de "rumores", repite, al igual que el primer ministro sueco, Ulf Kirstersson, que, junto con su homólogo finlandés, presiona para avanzar en el refuerzo de la defensa europea.
Trump pidió a Europa un mayor compromiso "ya en 2018, tenía razón entonces y también hoy", señala Orpo. Pero la novedad de la cumbre de cuatro países (también está presente el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis) es que los países en fronteras opuestas de la Unión hablan por primera vez el mismo idioma o al menos se comunican entre sí. Y aprovechan la promesa de la Alta Representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Kaja Kallas (primera ministra de Estonia antes de incorporarse a la nueva Comisión Europea), que "empuja" para "mayor cooperación" pero también para tener "más financiación".
El objetivo del 2% del PIB de la OTAN, explica Mitsotakis si fuera necesario, está claro para todos que ya es "historia".
Pero los países de la UE tienen que lidiar no solo con problemas internos, sino también con un "marco de reglas presupuestarias" que no permite grandes márgenes. Por eso es necesario pensar "out of the box", la fórmula recurrente: necesitamos nuevas "herramientas" para "poner sobre la mesa", insta Meloni, asegurando que hay conciencia de la necesidad de "hacer más".
Partimos de "puntos diferentes, nos encontramos a medio camino", plantea Meloni, y apunta a su vez que no hay certeza, por el momento, de cuáles son las ideas del presidente electo de Estados Unidos.
"Estamos esperando entender exactamente cuál es la voluntad de Trump", afirma la italiana, que lidera un país que ya lucha por alcanzar el 2%. Mientras tanto, sugiere Meloni, no deberíamos pensar en "lo que Estados Unidos puede hacer por nosotros, sino en lo que podemos hacer nosotros por nosotros mismos".
La premier se encuentra mucho mejor después de haberse perdido el paseo en trineo tirado por renos y la cena informal entre los líderes el día anterior, con un menú nórdico y vinos italianos. Responde en italiano a una pregunta sobre los inmigrantes y Matteo Salvini ("asuntos internos", se limita a traducir para sus colegas) y luego en inglés se expresa con palabras especialmente duras contra la Rusia de Vladimir Putin, que hace apenas tres días había hablado de "simpatía mutua" con Roma.
"Queremos defender las fronteras exteriores y no queremos permitir que Rusia o las organizaciones criminales socaven nuestra seguridad", afirma Meloni, que también se muestra entusiasmada con la cuestión de los inmigrantes, que está estrechamente relacionada. Hasta tal punto que Kallas, entre una serie de amenazas "híbridas" en toda Europa, señaló la "militarización de la migración" como una "preocupación creciente".
Antes de regresar a Roma, donde ya convocó una cumbre para hacer un balance de los centros migratorios en Albania, Meloni hizo escala en la base aérea de Siauliai, en Lituania.
Llevó allí "los mejores deseos y el agradecimiento" de Italia a los contingentes estacionados en el extranjero y se conmueve al recordar al Señor de los Anillos (pero bromea con un "siempre lo cito, pero no acabo de leerlo...") y luego dijo con lágrimas en los ojos: "No verán a sus hijos desenvolviendo regalos en Navidad, pero Italia les está agradecida y yo les aseguro que sus hijos estarán tan orgullosos de ustedes como toda Italia".
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