En las mismas horas en las que cuatro soldados italianos resultaron heridos en la base de Unifil en el Líbano, tras el lanzamiento de un misil por parte de Hezbolá, el gobierno, en efecto, intentaba gestionar la cuestión de la decisión de La Haya sobre el líder israelí -y sobre su exministro de Defensa Yoav Gallant- e involucrar a los socios europeos y a Occidente.
Esa decisión es la que Giorgia Meloni le confía al canciller italiano, Antonio Tajani, (que entre otras cosas reivindica el papel del Palazzo Chigi y de la Farnesina en estos temas) después de las divisiones surgidas en el Ejecutivo que ciertamente no le agradaron, al contrario.
La huida de los ministros irrita al Palacio Chigi, que, sin embargo, quisiera que el Gobierno se expresara con una sola voz en los expedientes delicados.
Por eso, ante una sucesión de declaraciones, la premier, de cara a la cumbre mayoritaria convocada para el lunes, decidió poner en blanco y negro sobre la que debe ser la línea de todo el Gobierno.
La premisa es que es necesario seguir investigando la sentencia del tribunal de La Haya para comprender los motivos que, subraya, "siempre deben ser objetivos y no de carácter político".
Pero "un punto sigue siendo firme para este gobierno: no puede haber una equivalencia entre las responsabilidades del Estado de Israel y las de la organización terrorista Hamás".
Una postura que también pretende silenciar las distinciones y las voces generales del equipo.
A la posición prudente de Antonio Tajani se suma, de hecho, la declaración más clara de Guido Crosetto.
El Ministro de Defensa, aún criticando la sentencia de la CPI, añadió: "La sentencia debe ser respetada".
Pero, sobre todo, lo que importa es lo que dijo Matteo Salvini.
El líder de la Liga es el que llegó más lejos, llegando incluso a invitar al primer ministro israelí a Italia, dándole una "bienvenida" porque, advirtió, "los criminales de guerra son diferentes".
Palabras que pesan sobre la balanza internacional en vísperas de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G7 prevista en Fiuggi el lunes.
De hecho, no es casualidad (quizás incluso después de contactos con Chigi) que el líder de la Liga intente suavizar el tono pidiendo decisiones compartidas: "Encontraremos una síntesis -confía Salvini-; el problema es a nivel internacional".
Quien optó por no expresarse es la Santa Sede.
El Vaticano se basa en las lacónicas palabras del Secretario de Estado Pietro Parolin: "Hemos tomado nota de lo sucedido, pero lo que nos interesa es que se ponga fin a la guerra".
Mientras, las declaraciones de los ministros y de los líderes de la mayoría terminaron bajo las críticas de la oposición.
Pero las tensiones en materia de política exterior son sólo el último punto añadido a una lista de cuestiones que Meloni deberá resolver con los dos gobiernos aliados en la cumbre prevista para el lunes 25, antes de la reunión del Consejo de Ministros.
El "caso" Netanyahu será uno de los temas que los tres líderes de centroderecha tendrán que discutir, pero igualmente cruciales son las decisiones que se tomarán en el frente interno.
La derrota en las elecciones regionales elevó el nivel del conflicto y, en consecuencia, las peticiones de la Liga y de Forza Italia de ser incluidos en la ley de presupuesto.
Oficialmente, reina la armonía entre los partidos mayoritarios: "Nos reuniremos y resolveremos los problemas de la mejor manera posible", es la convicción de Tajani, a la que se hace eco el viceprimer ministro de la Liga Norte: "Estamos de acuerdo en todo".
Pero el recorte del IRPEF, el impuesto fijo para los asalariados y la reducción del canon de licencia de la RAI son tres cuestiones sobre las que se está produciendo un verdadero tira y afloja desde hace días. Y la falta de acuerdo ha pospuesto la votación del decreto fiscal hasta la próxima semana.
A las peticiones de las partes se suman los deseos de los ministros. Una lista imposible de crear (dados los fondos disponibles) sobre la que el primer ministro tendrá que decir una palabra definitiva.
Sin embargo, la decisión sobre el sucesor de Raffaele Fitto sigue en suspenso.
La idea de la premier parece ser la de mantener las delegaciones en el Palacio Chigi hasta enero, evitando así la sesión presupuestaria.
No hay prisa tampoco porque, según la mayoría, la próxima semana también se espera la decisión de los jueces sobre si enviar o no a juicio a la ministra de Turismo, Daniela Santanche.
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