Este siglo y medio de relaciones también lo recuerda la visita de Sergio Mattarella a Brasil, del 15 al 19 de julio: el 15 está programado el encuentro con el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Un encuentro que se renueva después de 24 años: el último Presidente de la República italiana en visita oficial a Brasil fue Carlo Azeglio Ciampi, en 2000.
El viaje de Mattarella coincide con la presidencia italiana del G7 y la brasileña del G20. El viaje del Jefe de Estado será una oportunidad para revitalizar un diálogo tradicionalmente intenso entre Italia y Brasil, que se ha debilitado un poco en los últimos tiempos.
Influyeron varios factores: la atención italiana y europea que se ha centrado más en el Este y el área del Mediterráneo, casos como el del ex terrorista Cesare Battisti, con la resistencia brasileña a la extradición, y los eventos políticos y gubernamentales de ambos países, con la presidencia de Jair Bolsonaro.
Esto también ha afectado las posiciones no siempre coincidentes en política internacional, como en las crisis en Ucrania y el Medio Oriente.
El 16 de julio, Mattarella visitará las áreas inundadas de Porto Alegre, afectadas en mayo: más de doscientas víctimas y desaparecidos con enormes daños económicos. Una etapa fuertemente deseada por el Jefe de Estado.
Lo que mantiene cercanos a Italia y Brasil son los lazos familiares y los apellidos. Con exposiciones y eventos, en enero ambos países celebraron los 150 años de inmigración italiana en el estado sudamericano, que siempre ha favorecido la asimilación.
El "jus soli" vigente en el país es resultado de un acto de imperio del gobierno brasileño en 1889: la naturalización masiva de inmigrantes por decreto. Hoy Brasil alberga una de las comunidades italianas más grandes del mundo: hay más de 730.000 inscritos en los registros consulares, y se estima que hay 32 millones de descendientes de inmigrantes italianos.
En cada etapa brasileña, Mattarella se reunirá con las comunidades italianas. En San Paulo, el 17, el Jefe de Estado visitará el Museo de la Inmigración y el Arsenal de la Esperanza, gestionado por el Sermig (Servicio Misionero Juvenil) de Turín, que brinda asistencia a personas sin hogar.
Un paso con un fuerte significado simbólico: ambas realidades están alojadas en una estructura única, la misma donde se distribuían los migrantes que llegaban a San Paulo.
La visita de Mattarella a Brasil es parte de la política de atención a América Latina, que en estos años ha llevado al Jefe de Estado a Chile, Paraguay, Argentina, Uruguay, México. Un bagaje que respaldará su intervención el 18 de julio, cuando Mattarella hablará en el Centro Brasileño de Relaciones Internacionales de Río de Janeiro. Su intervención: "Diálogo inclusivo para un escenario internacional en evolución.
Asociaciones y perspectivas a nivel bilateral, regional y global".
También en el ámbito económico, Brasil es un socio importante para Italia: el intercambio económico se estima en 10 mil millones de dólares y tiene potencial de crecimiento.
Durante la visita de Mattarella se firmarán acuerdos científicos entre universidades e institutos italianos y escuelas e institutos de Brasil. Última parada en Salvador, el 19, con visita a la comunidad franciscana de Betania.
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