Argamani -junto con otros 3 compañeros de prisión- fue liberada el pasado 8 de junio en una operación de las Fuerzas de Defensa de Israel en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja.
En su primer mensaje público en video -durante las habituales manifestaciones del sábado por la noche en Tel Aviv- el llamado a los demás secuestrados fue el más fuerte.
"Aunque ahora estoy en casa -dijo con voz firme y entusiasmada después de 246 días de cautiverio- no podemos olvidar a los rehenes que todavía están prisioneros de Hamás, y debemos hacer todo lo posible para traerlos de vuelta a casa.
Ellos también esperan el final feliz".
Y no se pueden olvidar las imágenes de esta joven -cuya madre es enferma terminal de cáncer- sentada en una motocicleta entre dos terroristas, llorando y aterrorizada, mientras la llevaban a la fuerza a Gaza.
Argamani no pidió al gobierno de Benjamin Netanyahu un acuerdo a toda costa con Hamás para la liberación de los rehenes.
La familia de su compañero forma parte del "Foro Tikvah", un grupo de familiares de secuestrados que no se adhirieron a las demandas de un acuerdo de alto el fuego apoyadas por el "Foro de Familias", promotor de la manifestación. Esta diferencia dice mucho sobre el drama -no sólo humano, sino también político- que Israel está viviendo con sus rehenes. Quien busca a toda costa un acuerdo con la facción islámica a cambio de la libertad de los secuestrados y quien, por el contrario, no está dispuesto a pagarlo porque quiere librarse de Hamás y también por respeto a los soldados caídos en la guerra.
Una línea, esta última, que el premier Netanyahu no quiere abandonar.
"No hay ningún cambio en la posición de Israel con respecto al proyecto acogido con beneplácito por el presidente Biden. Y hoy -dijo en la reunión de gobierno en Jerusalén- todos saben una simple verdad: Hamás es el único obstáculo para la liberación de nuestros secuestrados".
"Con una combinación de presión política y presión militar, y sobre todo presión militar -agregó- les devolveremos a todos, todos nuestros 120 secuestrados, vivos y muertos".
A continuación, el primer ministro reiteró que Israel no "detendrá la guerra hasta haber alcanzado todos sus objetivos", incluida la derrota de Hamás. Y que la situación en las negociaciones -lideradas por Estados Unidos, Egipto y Qatar- no es buena, sino que está congelada, reiteró una fuente israelí.
"El objetivo -explicó- es animar a Hamás e Israel a volver a las conversaciones. El objetivo no es cerrar el entendimiento, sino que las dos partes vuelvan a la mesa".
"El plan presentado por Biden -añadió- es un borrador para el entendimiento, pero hay que llenarlo de contenido. La distancia entre ambas actualmente no permite resolver los problemas".
En este marco, continúa la guerra en la Franja donde, según Hamás, el número de muertos se acerca a los 38.000. Y continúan las tensiones internacionales entre Israel y Turquía, como atestigua el último episodio protagonizado por un vuelo de El Al obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Antalya para evacuar a un pasajero por razones médicas.
La aerolínea nacional israelí informó de que "trabajadores locales se negaron a repostar" el avión que había partido de Varsovia y se dirigía a Tel Aviv.
Fuentes diplomáticas turcas desmintieron a la prensa internacional la reconstrucción israelí, afirmando que "el capitán decidió partir por iniciativa propia" hacia Rodas (Grecia) para repostar antes de regresar a Israel.
Desde el 7 de octubre están suspendidos todos los vuelos directos entre Turquía y el Estado judío.
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