El presidente del Gobierno español respaldó el "importante acuerdo" con intenciones anti soberanista pactado también con Emmanuel Macron. A su vez, el alemán dio su impulso en nombre de la vox populi: "Tres de cada cuatro alemanes y tres de cada cuatro europeos no están a favor de los partidos populistas" y por este motivo, afirmó, "me comprometo a garantizar que la Comisión Europea no dependa" de esas mismas fuerzas.
Un mensaje claro en comparación con la excluida Giorgia Meloni, que se prepara para luchar en la escena del Consejo Europeo -junto al dúo Viktor Orban (Hungría) y Robert Fico (Eslovenia)- y luego negociar a puerta cerrada con Ursula von der Leyen para obtener una cartera de peso para la Italia.
Consciente de que para la alemana del PPE (Populares Europeos) la votación final en la Cámara Europea sigue siendo un enigma sin resolver, en la búsqueda del apoyo de los conservadores o de los verdes para garantizar una repetición al frente de la Comisión Europea.
Y la clave de la negociación entre ambos está toda en las seis páginas de la carta sobre migración que el canciller alemán envió a los líderes de los Veintisiete con un claro respaldo al modelo Albania.
Los nombramientos de Ursula von der Leyen, Kaja Kallas y Antonio Costa, en opinión de Scholz, son "positivos para el futuro de Europa". Porque, destacó desde Berlín, se desarrolla con "una clara mayoría de partidos constructivos" y "proeuropeos".
Juntos, el PPE, los socialistas y los liberales en las elecciones del 6 al 9 de junio obtuvieron 399 escaños de los 720 disponibles en el Parlamento Europeo a pesar del ascenso de los lepenistas en Francia y las hazañas de AfD en Alemania. Cifras ante las que Moncloa registra sorpresa por el enfado de Meloni y su disposición a participar en la negociación sobre altos cargos.
Teniendo en cuenta que -se subraya desde París- la mayoría en la UE está compuesta "según lo previsto por los Tratados, por los tres grupos capaces de representar el 65% de la población".
Una "matemática de la política" que, según la tesis de Madrid, aplicada a Italia, Hungría, Eslovaquia y la República Checa -voces contrarias al acuerdo y gobernadas por la derecha, aunque con Praga dispuesta a dar su visto bueno- "restituye como resultado el 17% de la población".
Sin embargo, es sobre todo Von der Leyen quien está haciendo los cálculos con atención en estas horas. Si no parece amenazada en la mesa de los dirigentes -gracias a un paquete definido por varias fuentes diplomáticas europeas como "equilibrado-, la votación final de la Cámara Europea en julio corre el riesgo de verse empañada por francotiradores.
Y el margen sobre la mayoría absoluta -lo que se necesita es estrecho: 38 escaños- hace cinco años, tras su sorpresiva nominación, la coronación solo fue posible con nueve votos más que la mayoría necesaria. Hoy el dilema para el delfín de Angela Merkel sigue siendo el apoyo diametralmente opuesto del liderazgo de Meloni. Así, al botín son los 24 votos de los Hermanos de Italia. Pero, como se dice en los edificios comunitarios, "está por verse si será posible arreglar las cosas".
El histórico acuerdo sobre el Pacto de la UE sobre asilo y migración, entre las medallas que Von der Leyen ganó durante la legislatura, "no representan herramientas a su disposición" y -según Scholz- "se está reflexionando sobre ideas" como la subcontratación de las solicitudes de asilo, "que sin duda merecerán nuestra atención" en el "próximo ciclo institucional".
Una promesa que también hace un guiño a Viktor Orban que, a pesar de un "no" ya anunciado en los altos cargos, asumirá en julio la presidencia rotatoria de la UE con un lema que recuerda a Trump: "Hacer que Europa vuelva a ser grande". Un compromiso que Von der Leyen será el primero que estará obligada a llevar adelante.
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