Si bien se teme una disminución de la asistencia debido a los riesgos de una guerra más devastadora que la de 2006, Beirut y otras regiones se preparan para vivir una temporada de verano llena de entretenimiento con más de 80 conciertos y eventos.
En la capital, el Seaside Arena y el Beirut Waterfront están preparados para acoger los conciertos más concurridos, mientras que la discoteca Skinn y el Forum de Beyrouth acogen a artistas árabes internacionales.
Para la élite interesada en eventos culturales y artísticos, se organizaron alrededor de 70 iniciativas en el marco del festival Beirut Art Days. Esta explosión de iniciativas no está exenta de polémica, sobre todo por los altísimos precios que se cobran por muchos eventos en un país donde 4 de cada 5 personas viven hoy en la pobreza debido a la peor crisis financiera de la historia del Líbano.
Las fiestas tradicionales del Líbano han sido suspendidas o canceladas, como las de Baalbeck, entre las monumentales ruinas romanas en el valle de la Bekaa, y Beiteddine, en el patio del palacio principesco en el Monte Líbano.
Un vacío que se llenará, según está previsto, con un cartel dominado por actuaciones de estrellas de la música egipcia, libanesa y siria.
La temporada ya se inauguró el pasado 15 de junio con el concierto del egipcio Amr Diab: hay quien ha desembolsado más de 250 dólares por una entrada para su espectáculo.
El próximo 5 de julio será el turno de la otra estrella de la música pop árabe, el iraquí Kazem Saher.
Para cada uno de estos eventos, se habilitan 'lounge Zones', zonas reservadas a espectadores VIP capaces de gastar hasta mil dólares por persona para garantizar un trato exclusivo, incluida una foto con el cantante principal, como Wael Kfouri, Assala y Sherine.
En algunos casos, los productores han pensado en ampliar la base de audiencia, ofreciendo asientos incluso a precios más bajos.
A los conciertos de verano de Tamer Hosni y Nancy Ajram se puede asistir pagando entradas a partir de 40 dólares. Y esto se hace con la esperanza de atraer a toda la diáspora libanesa que suele regresar a su tierra natal cada año en los meses de verano.
Los riesgos de un conflicto a gran escala entre Hezbollah e Israel han llevado por ahora a hoteles y operadores turísticos a no hacer predicciones.
Pero las expectativas no son halagüeñas. Según estimaciones de algunos medios locales, se espera una caída importante de asistencia entre junio y agosto respecto al verano pasado: un 74% menos de visitantes. Una cifra que podría variar en función del contexto local y regional.
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