La petición del PPE de que el mandato del presidente del Consejo Europeo se detenga dos años y medio antes de una nueva negociación irritó a la otra parte y sombró más de una duda entre el propio Partido Popular.
El grupo ha vuelto a reunirse, pero la llegada de 14 nuevos eurodiputados solo enmascaró, parcialmente, las diferencias subyacentes del grupo liderado por Manfred Weber: Una, y en primer lugar, la apertura hacia Giorgia Meloni, sobre la que el viceprimer ministro italiano, Antonio Tajani, intensificó su presión.
Las fuerzas gubernamentales en Alemania y Francia "perdieron las elecciones, no deben imponer sus opciones. Hay que tener en cuenta el resultado electoral, hay que abrir las puertas de la mayoría al grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), no a los Verdes", subrayó Tajani, volviendo a la cumbre informal del lunes, donde las reuniones paralelas del PPE, los negociadores liberales y socialistas no solo molestaron a Meloni.
La actitud del componente popular fue "arrogante, quieren el 75% de los escaños con el 21% de los votos: tienen que aprender a hacer cálculos", explicó una fuente europea cualificada.
Otra habló del "shock" que apareció en los rostros de más de una docena de dirigentes debido al "intento abierto de aislar a Meloni": un intento flagrante no solo en las reuniones a puertas cerradas, en las que Italia no participó, sino también en las contundentes palabras del premier polaco, Donald Tusk, y el canciller alemán, Olaf Scholz, sobre la extrema derecha.
La cuestión es que hay dos niveles de negociación, uno entre los 27 y otro entre los grupos políticos. Y en este momento es difícil que ambos planes se superpongan.
Excluir a Meloni, al frente de un país fundador, de la aprobación del trío que encabeza la UE sería un error de consecuencias impredecibles.
Esto hace poco probable que lo visto en la cena informal se repita en el Consejo Europeo de la próxima semana.
Es cierto, al mismo tiempo, que la idea de que Hermanos de Italia (FDI -Fratelli d'Italia) vote por ese trío en la Cámara Europea, hace temblar no solo a la mayoría de Ursula Von der Leyen, sino también a los propios populares.
En lo cual, se contrasta la línea de Tajani con la de Tusk: el primer ministro polaco no quiere tener nada que ver con quienes copresiden el grupo ECR con el archienemigo de Pis.
Pero es el concepto de apertura a la derecha lo que hace temblar a la falange popular, que, por un lado, gusta definirse como "un bastión contra el extremismo" y, por el otro, incorpora al grupo a dos delegaciones holandesas: el Nuevo Contrato Social y el Partido de los Agricultores, que se preparan para gobernar con el soberanista Geert Wilders.
"Los liberales y los verdes han perdido. La gente quiere ver un cambio, otra cara de Europa: han votado por una Europa de centro-derecha", subrayó Weber, que será coronado líder del grupo, mientras que Roberta Metsola será oficialmente candidata a la presidencia de la Cámara Europea.
Su mandato dura, en teoría, cinco años pero, en la estrategia del PPE, la segunda mitad del mandato podría ser objeto de negociación con el grupo Socialists and democrats (S&D) a cambio de un "intermedio" también para el Consejo Europeo.
Y aunque Tusk aseguró que el acuerdo está "cercano" sobre Von der Leyen en la Comisión, Antonio Costa en el Consejo y Kaja Kallas como alta representante, siguen circulando dudas -no solo en el PPE- sobre el ex primer ministro portugués. Con la opción del político italiano, Enrico Letta, no desaparecida del todo.
De eso, seguramente, hablarán Elly Schlein y la líder del Grupo S&D, Iratxe García Pérez, en la reunión del miércoles en Bruselas, en la que la secretaria demócrata podría certificar su apoyo a un "bis" de la española al frente de los socialistas en el PE.
Von der Leyen, en ese contexto, se ve obligada a moverse como en una cristalería. "Su nombre no está en duda", recordó Weber.
Pero al aumentar demasiado las apuestas, el PPE también podría poner en riesgo a su reina.
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