"Es un gran éxito, Rusia remaba en contra", se regocijó el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, que celebró un torbellino de reuniones bilaterales, oficiales y no oficiales, en el Hotel de las Mil y Una Noches para tejer su red.
Es una pena, sin embargo, que el comunicado final no haya sido firmado por todos los participantes -en realidad 93 países y 8 organizaciones internacionales- y que en la lista de los 12 que se retiraron figuren algunos peces gordos como India, Arabia Saudí, México, Indonesia y Sudáfrica, pero se hayan sumado otros países en la balanza como Turquía. Una señal de que aún queda trabajo por hacer en el camino hacia la paz.
Y se hará, aseguró Zelensky, anunciando la constitución de "grupos de trabajo" para llegar "pronto" a una segunda cumbre, abierta esta vez también a Rusia.
Una vez más, la estrategia es una mezcla de forma y sustancia. Kiev quiere la plena participación del mundo y, por lo tanto, propone un modelo itinerante en varios países de los cinco continentes, a nivel de "consejeros de seguridad y ministros", para luego apuntar a los líderes.
Arabia Saudita se confirma como posible huésped. Pero todavía es muy prematuro. El Kremlin dispara a cero, tanto en el campo de batalla como en la arena diplomática. "Zelensky debería pensar en la oferta de paz de Putin porque la situación militar en el frente ha empeorado", tronó el portavoz Dmitry Peskov, quien luego acusa al presidente ucraniano de ser "ilegítimo" debido a la expiración de su mandato.
"Vladimir Putin no rechaza las negociaciones con Ucrania, pero su resultado debe ser aprobado por el gobierno legítimo ucraniano: Zelensky no pertenece a esta categoría", señaló Peskov.
Por otra parte, el anfitrión de la cumbre, Suiza, tiende la mano al jefe del Kremlin afirmando que "si Putin viniera a Suiza para una cumbre de paz, podríamos derogar las obligaciones" de arresto, como pide la Corte Penal Internacional (CPI), explicando que "nuestra ley lo permitiría".
En cuanto a la oferta de paz de Rusia, se discutió el primer día de la cumbre y muchos líderes se refirieron a ella, durante la conferencia de prensa o durante los discursos plenarios, precisamente para calificarla de "inadmisible".
"La paz no significa rendición, como parece sugerir Putin", reiteró la premier italiana, Giorgia Meloni, dirigiéndose a todos los delegados.
"Confundir la paz con la sumisión -argumentó- sería un peligro previo para todos. Italia siempre hizo su parte y no va a dar la espalda, pero tenemos que unir todos nuestros esfuerzos para ayudar a Ucrania a mirar hacia el futuro, y eso es lo que hicimos en el G7".
"Podemos construir mucho después del debate de hoy", aseguró.
"Ningún país aceptaría jamás los vergonzosos términos de Putin", se hizo eco la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
"Ninguna nación responsable puede decir que es una base razonable para la paz. Desafía la Carta de las Naciones Unidas, desafía la moralidad fundamental, desafía el sentido común", resumió el consejero de seguridad estadounidense, Jake Sullivan.
Zelensky incluso se alegró al respecto, porque Putin, con su enésimo ultimátum, en realidad habría cometido un "gran error".
"Sus palabras -juró- demostraron que no está interesado en la paz y esto lo reconoció aquí también países que tienen visiones diferentes".
En definitiva, ¿se hicieron grandes avances en Lucerna o las palabras son solo palabras? Cuando los grabadores están apagados, se recogen señales contradictorias. Van desde el "por primera vez, el tema principal no es la entrega de armas, sino la búsqueda de una posible negociación" a "es inútil dar vueltas, Ucrania finalmente tendrá que darle algo a Putin, de lo contrario no saldrá".
Las sensibilidades entre Occidente y Sur Global siguen siendo profundas en algunos casos.
"La guerra en Ucrania es terrible, pero también lo es en Gaza, no puede haber dobles raseros", se atreve un delegado africano.
Luego está la dura realidad de las fuerzas sobre el terreno.
Zelensky lo admitió abiertamente: "¿Las armas que nuestros aliados nos han dado son suficientes para ganar? No".
Una alta fuente diplomática de un país occidental arriesgó una previsión: "El péndulo ahora está de parte de Moscú, pero rusia tiene enormes problemas económicos bajo suyo, si Kiev celebra abril de 2025 es el mes en que se puede cerrar".
Una última mención para la verdadera ausente: China. "Pekín tiene influencia política sobre Rusia, puede ayudarnos", señala Zelensky.
"Respetamos su integridad territorial - declaró el presidente ucraniano refiriéndose a Taiwán - y les pedimos que respeten la nuestra. Solo tenemos un enemigo: Putin. Ahora lucha por sí mismo, sabe que está aislado. Y China también lo sabe, créanme".
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA