Y ha trazado, de alguna manera, un camino que será válido para el futuro y que busca anticipar e impedir (con el acuerdo entre Joe Biden y Volodimir Zelensky) incluso la posible llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
En cuanto a Ucrania y China, los Siete Grandes mostraron una postura asertiva y una visión de futuro. Respondieron, en tiempo real, a la pseudo-propuesta de Putin de un plan de paz absolutamente inadmisible, tranquilizaron a Zelensky y autorizaron una operación financiera de ayuda a Kiev con pocos precedentes.
Igualmente clara es la advertencia a Pekín, que se cita 29 veces en la declaración final. Hubo cuatro en la cumbre de Hiroshima, una señal de tiempos cambiantes y de equilibrios geopolíticos que mutan rápidamente.
Hay llamamientos que van desde el ciberespacio hasta las incursiones en el Indo-Pacífico, desde la cuestión de Taiwán hasta la petición de empujar a Moscú hacia una paz real, hasta la confirmación de las sanciones contra las entidades chinas que "apoyan materialmente la máquina de guerra de Rusia".
Pero el G7 también busca el diálogo, como afirmó Giorgia Meloni al hablar del "mensaje" enviado a China. "Estamos abiertos al diálogo pero nuestras empresas deben poder competir en igualdad de condiciones", afirmó al anunciar un viaje a China en las próximas semanas.
Y el diálogo está abierto a muchos países con los que se puede recorrer juntos una parte del camino. En Borgo Egnazia estuvieron presentes Brasil, Argentina, Argelia, Emiratos Arabes Unidos, India, Kenia, Turquía, Túnez, Jordania, Mauritania y organizaciones internacionales. El intento es abrir nuevas vías de cooperación con países que se encuentran en esa gran zona gris entre el grupo de las democracias y el de las autocracias en un momento en el que China intenta construir un nuevo frente antioccidental -también en torno a los BRICS- cortejando precisamente a aquellos países del llamado Sur Global.
Lo mismo ocurre con Africa. El Plan Mattei y el Plan de Asociación Americano tienen muchas similitudes y quieren construir una relación nueva, concreta, igualitaria y respetuosa con los países africanos con el objetivo de producir desarrollo local y crecer juntos en el interés común.
En Borgo Egnazia se ha vsto el embrión de lo que podría ser el futuro papel del G7, que nunca ha sido el "gobierno del mundo" y que, en cualquier caso, ha perdido su capacidad de influencia tras la guerra en Ucrania, el contraste del "Nuevo desorden mundial' y el progresivo declive del multilateralismo y el diálogo entre estados.
El G7 será, cada vez más, en esta fase geopolítica compleja y agotadora, el foro de consulta de Occidente. Un foro abierto también a otros países y a quienes creen en el diálogo.
En Borgo Egnazia hubo momentos de discusión incluso acalorada y momentos de desacuerdo, pero los principios y valores unen a los Siete Grandes. Por eso al final se llegó a una síntesis y a un punto de equilibrio.
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