Será lo más significativo de una serie de acuerdos que Kiev estableció con países individuales de la OTAN -incluida Italia- y que prevén compromisos en el respaldo a largo plazo, incluido el adiestramiento militar con la participación de la inteligencia y la asistencia económica.
Empero, el Financial Times (FT), autor de la primicia, explica que el objetivo es el de aplacar las iras de Zelensky "en lo que es quizás el momento más bajo y tenso" de las relaciones entre Washington y Kiev desde el comienzo de la invasión rusa.
El motivo principal es el forfait de Biden a la cumbre por la paz organizada por Ucrania en Suiza el 15 y 16 de junio. El presidente estará, en cambio, en una recolección de fondos en Hollywood con estrellas como George Clooney y Julia Roberts.
En su lugar probablemente el consejero para la Seguridad Nacional, Jake Sullivan. "No una decisión fuerte", comentó Zelensky.
"Su ausencia será solo una gran ovación personal a Putin", acusó. La oficina del presidente difundió además un memo a los funcionarios gubernamentales y a los parlamentarios invitándolos a criticar y hacer presión para que tanto Biden como el presidente chino, Xi Jinping, participen en la cumbre.
"Si no vienen, entonces es su verdadero interés?", se insinúa en la nota. "Estamos más distantes que nunca desde que comenzó la guerra. Es una situación muy, muy tensa", confesó al FT un alto funcionario gubernamental nombrado por Zelensky.
Por lo demás la cumbre de Lucerna corre el riesgo de convertirse en un fracaso si, además de la ausencia de los dos líderes más poderosos del mundo, se registran otras defecciones importantes, sobre todo entre los países del sur global, mientras Moscú busca convencerlos de desertar de la iniciativa.
Pero la ausencia del comandante en jefe en la cumbre suiza no es más que uno de los muchos puntos de fricción con Washington y otros socios occidentales que han surgido tras las crecientes dificultades de Kiev para afrontar la ofensiva rusa en Donbás y ahora también en Járkov. El libro de quejas es extenso. Hay seis meses de retraso con el que el Congreso estadounidense aprobó las nuevas ayudas para Ucrania, a causa del boicot de la fronda trumpiana.
La falta prevista de progresos sustanciales hacia la adhesión a la OTAN en la cumbre de la Alianza en Washington a mediados de julio. Y en la lista existen incluso las preocupaciones norteamericanas por los ataques de dos radares del sistema nuclear ruso, por el miedo a una escalada hacia un conflicto con armas no convencionales, y a las refinerías de Moscú, por los temores de un aumento del precio global del combustible a pocos meses de las presidenciales estadounidenses.
Otros puntos de tensión son las estrategias divergentes sobre cómo definir la victoria para Kiev y cómo obtenerla. Pero a más de la decisión de Zelensky de despedir funcionarios que tenían buenas relaciones con Estados Unidos y Europa, como el comandante del ejército Valery Zaluzhn, en febrero, y el ministro de Infraestructuras, Oleksandr Kubrakov, este mes.
Ultimo, pero no menos importante, el veto norteamericano al uso de armas del Pentágono para atacar territorio ruso, también si Biden está reexaminando la posición bajo la presión de otros aliados importantes que dieron su luz verde.
Otro funcionario ucraniano confió al FT que Zelensky está "más emotivo y nervioso" por la situación en el terreno de batalla y por aquello que el presidente observa como el deseo de Washington de encaminar negociaciones con Rusia, no obstante la Casa Blanca afirme en público que cada decisión compete a Kiev.
Hay "paranoia", dijo otro funcionario de Kiev para describir el sentimiento en el interior de la Oficina Presidencial. Alguno teme que Zelensky provoque abiertamente a la Casa Blanca, recordando un lema norteamericano: "No morder la mano de quien te da de comer".
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