Las sanciones hacen difícil, hasta en pequeña escala, la obtención de piezas de repuesto esenciales para el mantenimiento de aeronaves, incluso las que están asignadas al presidente.
Irán ha estado bajo sanciones desde 1984 y varias veces en la década de los noventa, cuando a la represión y las sospechas de fomentar el terrorismo se sumó el espectro de una carrera armamentista nuclear oculta tras el programa nuclear oficialmente civil de Teherán.
Cuando estaba a punto de liberarse de la presión que pesaba sobre su economía y sociedad, después de que en 2015 se firmara el acuerdo de control internacional de su programa nuclear, en mayo de 2018 Donald Trump sacó a Estados Unidos del acuerdo en forma unilateral.
Y después llegó la siguiente cuarta ola de sanciones estadounidenses, en noviembre de ese año, reforzada en 2019 con la advertencia a todos los países de no comerciar con la República Islámica.
El nuevo paquete impuesto por Estados Unidos se extendió a los bancos e Irán ya sufría las sanciones de la ONU, aunque no afectaran a su industria petrolera, a diferencia de las de la UE, que desde 2012 han apuntado a las exportaciones de hidrocarburos, que generan ingresos por más de 480 mil millones de dólares.
En particular, las sanciones europeas han golpeado duro, obligando a Teherán a redirigir la mayor parte de su exportación hacia China.
En general, en los últimos años Irán ha sido el país más afectado por el embargo económico en el mundo, antes de ceder el primer lugar, en oleadas sucesivas, a Rusia, después de la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Uno de los efectos de esta presión ha sido el lanzamiento de la llamada "economía de resistencia", un manifiesto ideológico del Líder Supremo Ali Jamenei, implementada a partir de 2012-13, con el intento de llenar los vacíos con un aumento de la producción nacional, tratando de prohibir los bienes de lujo importados: un régimen que, en cambio, dio lugar a un mercado negro, que incluía desde petróleo hasta bienes de consumo.
El segundo efecto fue la intensificación de la cooperación económica con China y también con Rusia, especialmente en el sector de los hidrocarburos, que le proporcionó a Teherán suministros de gas natural a través de Azerbaiyán y un acuerdo con Gazprom para la explotación del yacimiento en las islas Kish, en el Golfo Pérsico.
Casi 20 años de sanciones han tenido un fuerte impacto social, ya que, como mostraba un estudio reciente del Banco Mundial, entre 2011 y 2020, el número de iraníes pobres aumentó del 20% al 28%. Según esta investigación, el poder adquisitivo se desplomó debido a la alta inflación.
Incluso en 2018, bajo el gobierno "moderado" de Rohani, una investigación del centro de estudios del parlamento iraní reconocía una tasa de desempleo que, del 10-15% de las dos décadas anteriores, se disparó a más del 50%, con picos de más del 63% en algunas áreas del gran país.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Copyright ANSA