La esperanza para Sabreen, sacada sin vida del vientre de su madre el domingo por la noche, resucitada en medio del caos de heridas y sangre, duró menos de cinco días. La pequeña falleció el jueves en la unidad de cuidados intensivos neonatales donde estaba internada en estado crítico debido a graves dificultades respiratorias: sus pulmones aún no estaban preparados para respirar.
"Esta niña debía estar en el vientre de la madre, pero fue privada de este derecho", dijo luego del nacimiento el doctor Mohammed Salama, responsable de la Unidad Neonatal de Emergencia del Hospital de los Emiratos de Rafah.
Los parientes la sepultaron junto a su madre, de la que tomó el nombre.
La noche del domingo, poco antes de la medianoche, la familia al-Sakani dormía en un departamento de un complejo residencial de la ciudad meridional de la Franja cuando dos ataques israelíes impactaron el edificio. En la casa se encontraban la madre, también ella de nombre Sabreen, encinta de 30 semanas, el marido Shukri y la hija de tres años Malak.
La mujer quedó gravemente herida, el marido y Malak, perdieron la vida instantáneamente. Pero la niña estaba aún con vida en el vientre cuando llegaron los socorristas.
"Estábamos unidos a este niña en un modo increíble", dijo el tío de la pequeña, Rami al-Sheikh, hablando cerca de la tumba de Sabreen en un cementerio de Rafah. "Dios nos ha quitado algo, pero nos había dado otra cosa a cambio. Ahora se los llevó a todos. La familia de mi hermano fue completamente borrada. No hay más rastros de él".
El ejército israelí declaró que el objetivo eran combatientes e infraestructuras de Hamás, no los civiles.
Sabreen figura entre los 16 niños muertos en los dos ataques aéreos contra Rafah, el pasado fin de semana. Estaban todos en el mismo complejo residencial donde vivían. En la noche estaban durmiento, no tuvieron tiempo de despertarse por el rumor de las bombas.
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