El hombre, posteriormente fue bloqueado por la policía francesa y puesto bajo custodia, ya había provocado un incendio en el mismo consulado en 2023 y fue condenado.
Los explosivos que afirmó tener consigo en realidad no estaban allí.
La acción, que tuvo como resultado el aislamiento de una gran zona del elegante distrito 16 de París, donde se encuentran la mayoría de las oficinas diplomáticas, comenzó a última hora de la mañana.
Un testigo vio al hombre, que se determinó que tenía 61 años, entrar al consulado con una chaqueta que parecía estar llena de explosivos y con lo que se temía que fuera una granada de mano.
En realidad, eran tres granadas de mano falsas, armas de juguete, metidas en los grandes bolsillos de su chaleco. No había explosivos ni encima del hombre, ni en las instalaciones del consulado, ni en el coche con el que había acudido al lugar.
Tras gritar amenazas contra los presentes, el hombre, nacido en 1963 en Irán y que huyó cuando cayó el Sha de Irán, perdió el control de los nervios. Pronto lo inmovilizaron y lo llevaron a la comisaría.
Inmediatamente se supo que el 9 de septiembre había prendido fuego a unos neumáticos delante de las rejas que rodean el consulado iraní y por ello había sido condenado inmediatamente a 8 meses de prisión y se le prohibió volver a deambular por la sede diplomática.
Había apelado la sentencia y debía comparecer ante el tribunal el próximo lunes.
Al llegar a París en 1979, descripto como partidario del Sha, se matriculó inmediatamente en una universidad francesa.
Se convirtió en experto en ortopedia, profesión que aún practica. Y es -según el testimonio a BFM TV de Mona Jafarian, presidenta franco-iraní de la asociación cercana a los disidentes iraníes Femme Azadi - "muy frágil psicológicamente".
La mujer, que se reúne periódicamente con él en las manifestaciones contra el régimen de Teherán, lo describe como una persona "con una mirada desesperada".
"A menudo decía cosas incoherentes -continúa- pero también sufrió, y mucho, porque había tenido víctimas en su familia, víctimas asesinadas por el régimen, y estaba claro que estaba perdiendo el rumbo".
De hecho, "quedó muy impresionado, en los últimos días, por las imágenes que llegaron desde Irán".
Entre las amenazas gritadas a los presentes en el consulado, mientras colocaba algunas banderas en el suelo, se destacó la de querer "vengar a su hermano", dijo un testigo.
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