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Los religiosos salvaron muchos judíos

Investigación de lo que pasó en Roma hecha por una monja

ROMA, 27 ENE -, 27 enero 2024, 16:38

Redaccion ANSA

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Muchos religiosos italianos arriesgaron sus vidas para salvar judíos durante el Holocausto. Investigación de una monja en Roma - TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Una verdadera red de apoyo a los judíos de Roma buscados por los nazifascistas, un ejemplo de lucha contra el mal. Eso es lo que fueron los 191 institutos religiosos que, durante la ocupación nazi de la capital, después del 8 de septiembre de 1943, y tras la aplicación de las leyes raciales y las deportaciones a los campos de exterminio, salvaron a familias judías enteras.
    Religiosos y religiosas que arriesgaron sus vidas para salvar a otras, las de al menos 4.500 personas -casi la mitad de la comunidad judía entonces residente en Roma, que contaba entre 10.000 y 12.000 personas- se refugiaron en parroquias y edificios extraterritoriales. Lo dijo a los medios vaticanos sor Grazia Loparco, de las Hijas de María Auxiliadora, profesora de Historia de la Iglesia en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación Auxilium de Roma, quien, con un importante trabajo de investigación, logró reconstruir los hechos.
    El 16 de octubre de 1943 marcó la redada de judíos: ocho horas y media, de 5.30 a 14.00 horas, en un día sagrado para el judaísmo como el sábado, en el que, según dice la monja, "1.259 judíos romanos fueron detenidos, entre ellos 689 mujeres, 363 hombres y 207 niños". Y detalla: "1.023 fueron inmediatamente deportados al campo de exterminio de Auschwitz, sólo 16 de ellos regresaron a casa".
    En 1961, fue La Civiltá Cattolica, la revista de la Compañía de Jesús, la que indicó que "3.657 judíos estaban escondidos en 100 instituciones para mujeres y 45 para hombres, además de diez parroquias gestionadas por el clero diocesano", prosigue la religiosa. Otras 680 permanecieron ocultas durante unos días, para un total de 4.447 personas. El estudio realizado durante años ha identificado las direcciones de estos institutos religiosos que, en ocasiones, estaban ocultos bajo otras denominaciones.
    "Al mismo tiempo tuvimos la oportunidad de escuchar a otros testimonios, especialmente de los judíos, que relataron su escondite en distintos momentos y de diversas maneras", amplió sor Loparco.
    El representado por la monja es un mosaico complejísimo que ha permitido hoy disponer de información sobre "127 institutos femeninos con 156 oficinas locales, 64 institutos masculinos distribuidos en 92 oficinas, y que escondieron durante un período más o menos largo principalmente judíos, pero también perseguidos políticos, evasores del servicio militar obligatorio, huérfanos, desplazados. "Por lo tanto, participaron en total 191 institutos religiosos presentes en 248 edificios", afirmó.
    Los institutos religiosos, femeninos y masculinos, congregaciones y monasterios, parroquias, pero también las Catacumbas de Priscila, "no se ahorraron ofrecer ayuda, tanto por iniciativa propia como por indicación de la Santa Sede, convirtiéndose en lugares de referencia para la red de documentos falsificados y recibir alimentos del Vaticano para alimentar a los refugiados acogidos", continúa Loparco.
    No hubo detenciones, pero el miedo era ciertamente grande, continúa la monja: "En Roma hubo redadas, en San Paolo Fuori le Mura, en Letrán, los nazifascistas también fueron a las Siervas de María y al hospital Fatebenefratelli, en la Isla Tiberina, en el mes de mayo hubo una invasión. Se arriesgaban a ser arrestados, escondían judíos, el miedo era grande, pero siempre lograron protegerlos, con estrategias de ocultamiento".
    Por razones de seguridad nunca se basaron en documentación escrita, por lo que la investigación se sostiene esencialmente en los testimonios de los anfitriones y, sobre todo, de los sobrevivientes: hombres, mujeres, niños, familias enteras.
    "Si en muchos casos, por razones de seguridad, los invitados debían aprender la oración cristiana -concluye sor Loparco- también había quienes vestían la sotana en preparación a las incursiones nazifascistas". La convivencia forzada fue "una oportunidad de conocimiento interreligioso que ayudó a disolver muchos prejuicios mutuos", completa.
   

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