La cuenta regresiva está en marcha en Bruselas para cerrar el acuerdo sobre el Pacto de Migración antes de finales de año. Nada está cantado, al contrario. En vísperas del diálogo a tres bandas convocado para formalizar una síntesis entre el Consejo y el Europarlamento, con la mediación de la Comisión, se vislumbra un camino cuesta arriba, porque aún quedan nudos por deshacer, empezando por la solidaridad obligatoria y la aceleración de los procedimientos de identificación en las fronteras.
Cuestiones clave para Italia, con el regreso de Giorgia Meloni para reiterar su compromiso de adoptar "soluciones estructurales y definitivas" contra los flujos irregulares, alimentados por los traficantes de seres humanos.
Un reto cada vez más acuciante, ya que los inmigrantes siguen muriendo en el Mediterráneo, tras un nuevo naufragio frente a las costas de Libia.
En la reunión europea prevista para mañana habrá mucho que discutir. En comparación con el Pacto presentado por la Comisión en 2020, el Consejo y el Parlamento propusieron sus propias versiones, sobre las que los dos organismos aún no se alinearon.
La discusión política se entrelaza entonces con la técnica jurídica, porque quedan cinco partes legislativas del acuerdo por completar. Por lo tanto, las negociaciones deberán continuar en enero, si no en febrero, para finalizar el texto en un trabajo que personas cercanas a las negociaciones consideran gigantesco.
Queda mucho por hacer precisamente en las regulaciones clave del nuevo pacto.
El tema es el de la reformulación de los procedimientos de asilo, que deberán sustituir al Tratado de Dublín, introducir la solidaridad obligatoria para los Estados miembros (con la opción de reubicación física o contribuciones financieras), establecer el procedimiento fronterizo acelerado de la UE para entender quién tiene derecho a protección internacional y quién no. Aquí es donde se concentra el tira y afloja.
Italia mira esta comparación con confianza, pero mientras tanto el gobierno de Meloni continúa trabajando en soluciones innovadoras con países no pertenecientes a la UE para contener las llegadas, procediendo también independientemente de sus socios de la UE.
Como lo demuestran el acuerdo con Albania sobre centros de repatriación (sobre el que se espera una sentencia del Tribunal Constitucional de Tirana) y un proyecto con Londres para las repatriaciones voluntarias desde Túnez.
Meloni, al dar la bienvenida a la reunión de Atreju a sus colegas Edi Dama y Rishi Sunak, relanzó el desafío a los traficantes de personas que se benefician de viajes de desesperación.
Estas travesías, que no se detienen ni siquiera en invierno, a pesar de las terribles condiciones del mar, han costado más de 2.250 muertes este año en la ruta del Mediterráneo central, según estimaciones de la OIM.
La última tragedia se refiere a un bote neumático que partió el miércoles por la noche de Zuwara, en la costa noroeste de Libia, con 86 personas a bordo: 61 de ellas, entre ellas mujeres y niños, fueron tragadas por olas de hasta dos metros y medio de altura, según anunció Frontex, la agencia europea de control de fronteras.
Esta última masacre también ha reavivado las recriminaciones de las ONG.
"Asignar puertos lejanos a los pocos vehículos de rescate disponibles no sólo tiene un impacto en los supervivientes, sino que también puede causar más muertes", señaló SOS Méditerranée, del que depende el barco Ocean Viking. Que deberán desembarcar en el puerto de Livorno a 26 supervivientes de un naufragio anterior: desde las costas sicilianas "1.000 kilómetros de navegación y 8 días de viaje de ida y vuelta".
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