Por Claudio Salvalaggio - Donald Trump levantó el último velo sobre el "misterio interminable" de Dallas, a 62 años de la muerte de John Fitzgerald Kennedy, el asesinato más investigado del siglo, con sus numerosas teorías de conspiración en contraste con la conclusión oficial de que Lee Harvey Oswald fue el único que mató al presidente.
Pero, por ahora, de las 64 mil de las 80 mil páginas ultrasecretas reveladas, no surgidó ninguna revelación particular, solo unas pocas luces más sobre el entonces mandatario cubano Fidel Castro y las operaciones de la CIA antes de 1963.
Historiadores y expertos no esperan que la divulgación del último 1% de archivos todavía secretos traiga consigo cambios sustanciales con respecto a la versión oficial. Y muchos creen que muchos documentos fueron ocultados no por la información clamorosa sobre el crimen sino más bien para proteger las fuentes y métodos de inteligencia.
Pero el asesinato de JFK sigue siendo una obsesión en la historia y la imaginación colectiva de Estados Unidos, donde la mayoría de los estadounidenses todavía creen en una conspiración.
Como aquella evocada en la película de Oliver Stone de 1991, según la cual el asesinato fue planeado por los más altos niveles de la CIA, con la complicidad del FBI y el Pentágono, en colaboración con la mafia estadounidense y los cubanos anticastristas, y con la aprobación del entonces vicepresidente Lyndon Johnson, con el objetivo de continuar la guerra de Vietnam en beneficio de las jerarquías militares y los proveedores de armas.
Stone permaneció convencido de ello durante mucho tiempo, pensando que los últimos documentos sobre JFK se guardaban en un cajón "para no demostrar que Oswald había sido entrenado, criado y puesto en acción por la CIA".
Incluso el secretario de Salud, Robert Kennedy Jr., hijo de Robert Kennedy y nieto de John F. Kennedy, siempre pensó que la CIA estaba involucrada. Pero por ahora, nada de todo esto.
Los documentos digitales desclasificados y publicados ofrecen una visión del clima de miedo que en la época caracterizaba las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, tras la Crisis de los Misiles de Cuba de 1962 que casi condujo a una guerra nuclear.
Los archivos del Pentágono de 1963 cubrieron la Guerra Fría de principios de la década de 1960 y la participación de Estados Unidos en América Latina en un esfuerzo por frustrar el apoyo del líder cubano Fidel Castro a las fuerzas comunistas en otros países.
Los documentos sugieren que Castro no habría llegado tan lejos como para provocar una guerra con Estados Unidos o llegar a una situación "que hubiera puesto en peligro grave e inmediato su régimen".
"Parece más probable que Castro intensifique su apoyo a las fuerzas subversivas en América Latina", se lee en un archivo.
Un documento de enero de 1962, reveló, en cambio, detalles de un proyecto de alto secreto llamado "Operación Mangosta" o simplemente "Proyecto Cubano", que fue una campaña de operaciones encubiertas y sabotaje contra Cuba dirigida por la CIA, autorizada por Kennedy en 1961 para derrocar al régimen de Castro.
Entre los nuevos documentos hay uno marcado como "secreto", un registro mecanografiado con notas manuscritas de una entrevista de 1964 realizada por un investigador de la Comisión Warren que interrogó a Lee Wigren, un empleado de la CIA, sobre inconsistencias en el material proporcionado a la comisión por el Departamento de Estado y la agencia Langley sobre los matrimonios entre mujeres soviéticas y hombres estadounidenses.
Oswald, como se sabe, estaba casado con una mujer soviética, Marina Oswald, cuando disparó a JFK.
Trump también ordenó a las agencias de inteligencia que publiquen todos los documentos restantes sobre otros dos asesinatos de alto perfil en la historia estadounidense: el del senador Robert F. Kennedy y el de Martin Luther King Jr. en 1968.
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