Pero se pronostica que los peligrosos vientos de Santa Ana disminuirán y dejarán la esperanza de que lo peor haya quedado atrás, cerrando un dramático balance que, desde el martes, causó la muerte de 25 personas mientras otras 26 siguen desaparecidas en las llamas que devoraron a 12 mil edificios y 162 kilómetros cuadrados reducidos a cenizas.
Las previsiones también tienen que ver con el esperado aumento de la humedad y a las ligeras precipitaciones previstas en los próximos días.
No obstante, en la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos, la gente miraba al cielo con una nueva preocupación a raíz de la nube tóxica provocada por los incendios, que devoró zonas boscosas y matorrales, pero también coches, electrodomésticos, casas y fábricas con materiales peligrosos, como amianto y plástico.
En ese contexto, sigue vigente el estado de emergencia sobre la calidad del aire declarado el 10 de enero por las autoridades sanitarias.
En la ciudad, hay una fiebre por las mascarillas, con los estantes de las farmacias vacíos y hombres, mujeres y familias haciendo cola frente a las bibliotecas públicas, donde se distribuyen gratuitamente.
"La ceniza no es solo tierra", dijo Anish Mahajan del Departamento de Salud Pública del Condado de Los Angeles.
"Es un polvo fino, peligroso que puede irritar o dañar el sistema respiratorio y otras partes del cuerpo donde cae.
Los incendios
y el viento pueden aumentar la cantidad de partículas, polvo y
cenizas".
"Las cenizas pueden viajar lejos de las zonas de impacto de
los incendios de Palisades y Eaton, y las partículas
transportadas pueden ser demasiado grandes para ser detectadas
por los instrumentos estándar de calidad del aire", explicó un
médico, instando a todos a cubrirse la boca y la nariz con
mascarillas N95 y P100 que se ajustan bien a la cara.
"Aquí hay amianto por todas partes", aseguró, alarmada
Chiara Nano, una romana que vive en Pasadena con su marido y su
hijo.
Pasó la noche del miércoles regando su casa con la manguera
del jardín para salvarla de las llamas: "Tengo dolor de garganta
y el médico no responde", relató.
"Cuando compramos la casa hace un año, la limpiamos porque
había amianto en el suelo y las paredes. Las casas que se
quemaron cerca de la mía no tenían este tipo de mantenimiento".
Para quienes se quedaron sin hogar o sufrieron daños, las
oficinas donde pueden solicitar reembolsos están abiertas.
Los funcionarios de la agencia federal responsable, FEMA,
ya recaudaron más de 53.000 solicitudes.
Muchas más personas aún no pueden regresar a sus hogares
porque la zona donde viven está bajo evacuación.
"Huimos con la idea de que volveríamos pronto. Estábamos en
pijama y no llevamos nada", dijo Makiah Lewis, de 38 años, quien
vive en Altadena con sus dos hijas y su abuelo.
"Mi padre pudo comprobar que nuestra casa sigue ahí, por
suerte. Ahora sólo estamos esperando el momento de regresar,
aunque tengamos un cementerio a nuestro alrededor. Nuestro
barrio ya no existe", completó.
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