Así lo informó el Gazzettino, explicando que los tres fueron incluidos en un programa de acogida en Rovigo, considerando "fundado el peligro de ser sometidos a esta práctica".
"Mi suegra me dijo que no aceptara porque con esa operación -explicó la mujer- habrían perdido un poco de sangre para realizar los rituales".
El decreto de la sección de inmigración, presidida por Alfredo Laganà, estableció que, inicialmente, la unidad familiar nigeriana se instalaría en Lombardía.
Según explicó al presentar la solicitud de protección internacional, la mujer pertenece a la etnia yoruba y profesa la religión musulmana.
Cuando nació su primera hija, la madre se enteró de la costumbre practicada por la familia de su marido de someter a sus hijas a la circuncisión cuando cumplían tres años.
Su suegra le aconsejó no seguir este ritual, poniendo el ejemplo de sus dos hijas que fueron sometidas a mutilación genital.
Así, en enero de 2017, la madre huyó de Lagos con su hija.
Con ella, también su hijo y su marido, que más tarde se encontró en Trípoli: después de trabajar en un taller de sastrería se mudó a Rovigo, donde nacieron otra niña y un niño.
El prefecto de la capital ordenó su internamiento en un centro de acogida.
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