"Mañana no se decidirá nada sobre el futuro del mundo: el Estado profundo ganará de todos modos", dijo, con una visión desencantada del desafío estadounidense, Jeffrey Sachs, profesor de Economía en la Universidad de Columbia, director del Centro para el desarrollo sostenible y asesor de varios secretarios generales de las Naciones Unidas.
Hablando por la mañana en un seminario organizado por la Fundación Di Vittorio, un grupo de expertos de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), el estudioso anunció también que en los próximos días se reunirá con el Papa Francisco, con quien hablará "sobre la paz en estos tiempos peligrosos".
"Este año es el año del Jubileo y Roma debe ser la ciudad de la paz mundial", afirmó.
Nadie, dijo Sachs, "sabe quién ganará, si habrá violencia después de la votación. No hago predicciones. Pero los presidentes no cuentan para nada. En cambio, tenemos un Estado profundo muy poderoso al que ni guiamos ni controlamos".
La referencia es al profundo aparato que cruza los poderes de la administración estadounidense con ramificaciones en la CIA y en los fuertes intereses económicos del país. Una red que realmente mueve los hilos de las decisiones aparentemente tomadas por el ocupante de la Casa Blanca, según esta teoría.
En 2017, recordó el célebre ensayista, "Vladimir Putin, entrevistado por Le Figaro, dijo que había tratado con tres presidentes de Estados Unidos: llegaron al poder con ideas, pero luego llegaron hombres con trajes oscuros y esas ideas ya no importaban". Un fiel reflejo, el del líder ruso, según Sachs.
"Los últimos cinco presidentes estadounidenses - observó - fueron terribles y cada uno de ellos nos ha acercado al Armagedón. La estrategia es que tenemos que derrotar a Rusia y luego a China. Son tan estúpidos. Ganar contra Rusia es una idea loca, tiene ojivas nucleares. Las verdaderas soluciones llegarán cuando comprendamos que la cooperación es el único camino a seguir".
Washington aspira a la victoria, no a la paz, independientemente de las diferencias entre demócratas y republicanos. Estados Unidos "no está interesado en el desarrollo global, sino en el dominio", sostuvo.
Y esta es una idea que tiene raíces profundas. Se remonta, explicó además Sachs, "a cuando los primeros grupos de puritanos llegaron de Europa al nuevo continente. Allí había otros pueblos, los llamados nativos, que tuvieron que ser exterminados porque 'esta es nuestra tierra', decían. Como hace Israel con los palestinos".
Sin embargo, en opinión del economista, no hay victoria "en el mundo moderno. Estados Unidos ha perdido todas las guerras en las que ha participado: desde Vietnam hasta Afganistán, desde Libia hasta Irak. Ahora se habla de guerra contra China. ¿Y dónde están los líderes europeos en todo esto?" "Ursula von der Leyen podría trabajar para la CIA: está muy lejos de los intereses europeos y ahora se encamina a otros cinco años al frente de la Comisión. Creo que es necesario trasladar la sede de la Comisión a Roma, no dejemos que sea en la misma ciudad donde está la OTAN. Europa y la OTAN tienen intereses diferentes: la OTAN persigue los objetivos de la hegemonía estadounidense", afirmó.
Agregó que la premier italiana, Giorgia Meloni, "fue a Washington para decir que abandonaba la Ruta de la Seda. Pero esa es una batalla estadounidense, los chinos aman los productos italianos, ¿por qué esa decisión?".
Y en esta carrera hacia una victoria difícil de alcanzar, los organismos internacionales permanecen afuera, impotentes. No sólo la Unión Europea, sino también la ONU.
En la Asamblea de las Naciones Unidas, señaló el profesor, "187 países estuvieron a favor de poner fin a las sanciones a Cuba después de 65 años. Estados Unidos e Israel estaban a favor de mantenerlas. Desde un punto de vista ético institucional, el mío es un país canalla. Tenemos la sede de la ONU en Nueva York, pero nuestro interés en la institución es nulo, excepto en términos de amenazas y vetos".
Una situación, consideró Sachs, que no está destinada a cambiar con la toma de posesión del nuevo ocupante de la Casa Blanca.
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