En su edición del mediodía, la corresponsal en Líbano del TGR, Lucia Goracci, explicó que cuando estaban trabajando en la zona primero se les acercó un hombre y luego un grupo de personas que empezaron a amenazarlos.
En ese momento el
conductor cayó enfermo y murió a pesar del masaje cardíaco.
La periodista se esforzó en dejar en claro que los
responsables del ataque al equipo de noticias de Tg3 en misión
en Líbano, que costó la vida al conductor local Ahmad Akil
Hamzeh, no eran de Hezbolá y no iban armados, como se afirmó en
un principio.
"Hezbolá no tuvo nada que ver", declaró a ANSA la
corresponsal Goracci.
"Fue un estallido sin implicaciones
políticas, fruto de la tensión generalizada entre la población
de las zonas atacadas. Fue un gesto de rabia de los familiares
de dos mujeres muertas en los ataques, que solo por casualidad
encontró una salida en el ataque al equipo de la RAI", dijo el
colaborador local del equipo, Kinda Mahaluf.
"Todo ocurrió en 15-20 minutos, agregó Goracci. Queríamos
visitar el lugar de un bombardeo hace dos días y documentar la
huida de los pescadores de la costa tras la alerta israelí,
moviéndonos, como siempre, con precaución y con todos los
permisos necesarios".
"Estábamos filmando a unos obreros que reconstruían
invernaderos, a gente que pasaba, a una anciana que nos dirigió
unas palabras, cuando un grupo de personas sin insignias ni
armas ni ningún signo de reconocimiento se nos acercó
agresivamente. Un hombre intentó romper la cámara con una piedra
mientras algunas personas le incitaban, otras lo retenían.
Volvimos a Beirut perseguidos por el hombre que conducía una
moto".
La periodista reveló que un colaborador local del noticiero
había adelantado a Hezbolá que ella y el camarógrafo, Marco
Nicois, iban a trabajar en la zona.
El chofer, Ahmad, se alejó rápidamente. "Parecía que nos
perseguían. Cuando Ahmad paró en una gasolinera a las afueras de
Ghazieh, el hombre se abalanzó sobre nosotros, le arrebató las
llaves a Ahmad, intentó romper la cámara de Marco entrando por
las ventanillas abiertas, mientras nadie venía a ayudarnos",
continuó Goracci.
"Cuando Ahmad intentó calmarlo saliendo del coche, continúa
el relato de la corresponsal italiana, se desplomó en el suelo.
Inmediatamente, pedimos ayuda, llegó la ambulancia y la
seguimos. Por desgracia, cuando llegamos nos dijeron que había
muerto tras largos intentos de reanimarlo'.
Fue el propio agresor del equipo de filmación de la Rai en
Líbano quien llamó a la ambulancia tras ver a Ahmad Akil Hamzeh
desplomarse en el suelo, explicó a ANSA Lucia Goracci.
"Tras huir y perseguirnos, al llegar a una estación de
servicio, Ahmad se detuvo y trató de calmar al perseguidor, pero
seguía rabioso. En ese momento se descompuso y el agresor mismo
llamó a la ambulancia".
En ese momento, algunas personas se acercaron y se intentó
realizar un masaje cardíaco en el lugar, desgraciadamente en
vano. Mientras tanto, el perseguidor había desaparecido.
Ahmed Akil Hamzeh tenía 55 años y trabajaba para la RAI
desde hace muchos.
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