El tipo de cambio oficial, medido por el Banco Central de Venezuela, cierra noviembre en 47,31 bolívares (Bs), acumula una caída del 11% en el mes y de 30% desde el 1 de julio.
En los primeros seis meses del año el cambio oficial se había mantenido estable, entre 35 y 36 bolívares, como parte de una dura política antiinflacionaria que restringe el crédito, congela salarios en el sector público y limita el gasto público. Pero en el arbitrario mercado paralelo, que rige la mayor parte de las referencias de precios, las cosas son mucho peores.
Según operadores, apunta a cerrar noviembre en torno a Bs 58,32, con un alza mensual del 14,6% y de 50% en el año.
Entre el tipo de cambio oficial y el paralelo hay una brecha cercana al 23%, lo que ayuda crear distorsiones en el mercado y aumenta las presiones sobre los precios.
"La brecha que se forma entre la tasa del tipo de cambio oficial y la de mercado se amplió por la presión de la demanda y no pudo ser cubierta por las autoridades a pesar de las múltiples intervenciones del Banco Central en el mercado", observa popr su parte un informe de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.
La incertidumbre puede frustrar la recuperación que había venido mostrando la economía venezolana este año. Esa brecha y la devaluación son "un síntoma de la desconfianza que tiene la ciudadanía" en quienes aplican las políticas económicas, según el informe, que advierte un "recrudecimiento inflacionario".
Cuentas de la firma privada Síntesis Financiera muestran que a octubre el gobierno había vendido 3.536 millones de dólares en divisas en efectivo, sin lograr calmar al mercado.
Otros 2.000 millones llegaron a las voraces mesas de cambio provenientes de la petrolera Chevron, que opera en Venezuela mediante una licencia del gobierno de Estados Unidos en medio de su política de sanciones contra el chavismo.
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