Pero "los meteorólogos han sido unánimes al afirmar que no se esperan lluvias abundantes. Y la sequía corre el riesgo de alcanzar un nuevo récord" en la zona, explica a ANSA Ayan Fleischmann, investigador del Instituto Mamirauá.
El instituo opera en la homónima Reserva de Desarrollo Sostenible, la mayor área protegida de la llanura aluvional amazónica de Brasil.
La situación ya está afectando a casi 80 mil familias, según el gobierno de Amazonas, que ha declarado la emergencia en todo el estado, y también pone en peligro a la población de unos 900 delfines rosados de río del lago Tefé, donde ya murieron 178 ejemplares el año pasado debido al sobrecalentamiento del agua. El Instituto Mamirauá realizó recientemente una expedición para instalar microchips en los cetáceos para monitorear sus movimientos y la temperatura del agua, pero si el lago se calienta mucho, quedará poco por hacer.
El 31 de agosto, el nivel del Tefé era de 6,62 metros, 1,87 metros por encima del mínimo registrado en 2023 (4,75 metros), pero la tendencia no promete mejorar.
La semana pasada, la temperatura en el fondo del lago ya había subido de los 30 grados habituales a 33 grados; en septiembre de 2023, los termómetros alcanzaron los 40,9 grados.
"Si el agua llega a los 37 grados, se enciende la alerta roja.
Más allá de los 39, podría causar nuevas muertes", advierte Fleischmann. Ya se está discutiendo la posibilidad de llevar a los delfines a zonas más frescas del lago, como el punto de conexión con el río Solimões, o de mantener equipos en el lugar para monitorear a los mamíferos y llevar a cabo posibles rescates, una acción utilizada solo como último recurso debido al riesgo de estresar aún más a los animales.
"El año pasado, debido al sobrecalentamiento del agua, muchos delfines llegaron a un punto de agonía, con un efecto neurológico inmediato", afirma el investigador. "Nadaban continuamente en círculos sin moverse".
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