Muchos marcharon frente a una de las entradas de la finca, inmersa en el bosque del Loiret, a 120 kilómetros de París, para depositar flores o reunirse, afirman los medios franceses.
"Estoy muy triste", afirma Jean-Pierre Lecluse, proyeccionista desde hace 22 años en la propiedad de Alain Delon. Amigo íntimo del actor y vecino a unos diez kilómetros de distancia, acudió allí cuando le informaron de su muerte. Con lágrimas en los ojos describe a "un hombre formidable, un monstruo sagrado del cine".
"No olvidaré todos nuestros recuerdos, la primera vez que lo conocí. Fue memorable", afirmó.
Algunas notas de acordeón resuenan a la entrada de la finca: es "Titi el acordeonista", con el sombrero blanco en la cabeza, que ha venido a "rendir homenaje" y saludar a "un inmenso actor".
Había conocido a la estrella en la Société française de production. El actor le había pedido que viniera a actuar delante de su casa el día de su muerte, según contó a los numerosos periodistas reunidos delante del edificio y en el pueblo de Douchy.
Para Abel Martín, alcalde de esta localidad de 1.371 habitantes, que recibe periódicamente consultas de los periodistas sobre la salud del actor, "es un icono que desaparece".
"Hacía dos años que no lo veíamos, pero siempre ha sido una figura destacada para el país. Antes lo veíamos en tiendas, en restaurantes, pero todos siempre mantenían su privacidad", añade, tras una inspección para controlar la situación de seguridad del lugar, con decenas de gendarmes movilizados.
Sophie Angevin, una vecina, aprovechó su paseo dominical en bicicleta para detenerse. "Era amigable. Pero aquí estaba muy protegido, nadie decía nada. A veces incluso nos olvidábamos de que vivía al lado de nuestra casa".
Como ella, muchos se sienten abrumados por las emociones.
Como dos hermanas, Marie y Michèle Arnold, que se llamaron cuando se anunció la noticia para recorrer quince kilómetros en coche y depositar juntas algunas flores blancas.
"En nuestra cabeza creemos que estos iconos son eternos. Es muy triste", dice Marie.
"Es una parte de nuestra juventud que se va, es muy triste", añade Michele, mirando hacia la puerta marcada con las letras "AM", en honor a Alain Delon y la actriz Mireille Darc, con quien compartió su vida de 1968 a 1983.
Otros, como Marc, acuden a saludar a su "ídolo".
"Fui el primero en dejar una rosa. ¿Qué más puedo decir? El cine francés ha perdido su figura más grande y es muy duro para mí".
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