Para ella el cine siempre fue un elixir de vida y aún hoy le
regala un eterno presente, ya que es inolvidable, un icono que
se impone más allá del tiempo.
Su esposo, Robeerto Russo -quien hoy le pidió dar la
noticia del fallecimiento a Walter Veltroni en Twitter- defendió
con férreo rigor y respeto ese aislamiento y combatió contra los
innumerables "se dice" y las noticias falsas que a menudo
poblaron las páginas de diarios y revistas.
Su última aparición pública fue hace 19 años (en el estreno
de "Notre Dame de París") y ya en años anteriores su
participación en actos oficiales se había enrarecido tras una
retirada de los escenarios que data de 2001, cuando fue recibida
en el Quirinal (palacio presidencial) para el premio David de
Donatello.
Maria Luisa Ceciarelli, su verdadero nombre, nació en Roma,
el 3 de noviembre de 1931, creció en Sicilia antes de la guerra
debido al trabajo de su padre (inspector de comercio) y se
enamoró de la actuación en su adolescencia, cuando montaba
espectáculos caseros para distraer a sus hermanos de los
horrores de las bombas en los últimos años de la guerra.
Se graduó 1953 en la Academia de Arte Dramático bajo la
tutela de Silvio d'Amico y con un profesor-compañero excepcional
como Sergio Tofano.
Ya mostraba indicios de su flexibilidad como intérprete. El
primero, la empujó al escenario para enfrentarse a grandes
papeles dramáticos (Shakespeare, Moliere, "La enemiga" de Dario
Nicodemi, con el que conquista al público) y el segundo la llevó
a dar rienda suelta a su brío histriónico en la exitosa serie de
comedias inspiradas en el personaje del Señor Bonaventura,
entonces un héroe de cómic muy popular.
En tanto, adoptó un nombre artístico con el que sustituir el
apodo de "Setti Vistini" con el que amigos y familiares la
llamaban por su capacidad de cambiar rápidamente como un
personaje del entonces famoso actor y transformista Leopoldo
Fregoli.
Ella eligió un apellido que le recordaba a su amada madre
(Adele Vittiglia) y un nombre que le "sonaba bien" y que aún no
estaba de moda.
Debutó en el cine en 1955 con un pequeño rol en "Adriana
Lecouvreur", de Guido Salvini, junto a "monstruos" de la
actuación como Valentina Cortese, Gabriele Ferzetti y Memo
Benassi, pero 5 años después encarnó la musa muda de
Michelangelo Antonioni para la primera de las cuatro películas
que van bajo el signo de la "incomunicabilidad", "L'avventura".
En los siguientes cuatro años se convertirá en una diva
internacional gracias a títulos como "La notte", "L'eclisse" y
"Deserto rosso", pero el encuentro con Antonioni se remonta a
1957 cuando prestó su voz a Dorian Gray en "Il grido".
Todos los grandes directores internacionales también la
querían porque además de un bello y misterioso rostro tenía una
voz ronca y melosa que (al igual que Claudia Cardinale en los
mismos años) marcaba una diferencia con la escuela de dicción
tradicional.
En la misma década del 60 probó suerte en varias ocasiones
con la televisión y tuvo un reconocimiento especial con su
participación en el atormentado jurado del festival de Cannes de
1968 cuando renunció a su papel en solidaridad con los
manifestantes de la Nouvelle Vague.
En ese momento decidió darle un corte a su imagen más
consolidada y abrazó la idea de la comedia gracias al realizador
Mario Monicelli, quien la quiso como protagonista de "La ragazza
con la pistola". El éxito fue popular, inmediato y contagioso.
A mediados del 68, en la emancipación de la tímida siciliana
Assunta Patane que persiguió al hombre que la deshonró (Carlo
Giuffre) hasta Inglaterra, Vitti demostró un brillante e
inesperado talento que pronto le permitió luchar de igual a
igual con los "coroneles" de la comedia italiana.
Fue la única mujer ganadora con armas propias y feminidad
inalterable en un mundo de hombres más o menos misóginos y
dominó el cine italiano de los años 70.
La actriz se permitió extravagancias de calidad (como los
papeles creados para su encanto por Miklos Jacso ', Luis Bunuel
y Andre' Cayatte) y trabajó con los grandes italianos (de Dino
Risi a Ettore Scola, pasando por Monicelli y Luigi Magni).
Se sumó a Antonioni en la experimentación electrónica de "Il
mistero di Oberwald), triunfó en pareja con Alberto Sordi (sobre
todo gracias a "Polvere di stelle", dirigida por el actor),
alentó el debut como realizador de Carlo Di Palma (el gran
director de fotografía que se conviertió en su pareja) y luego
el del fotógrafo Roberto Russo, que la dirigió en "Flirt", film
que le valió el premio a la mejor actriz en el Festival de
Berlín en 1983.
También Russo se relacionó sentimentalmente con Vitti y
contrajeron matrimonio en 2.000 después de 27 años de
"noviazgo".
Junto al León de Oro a la Trayectoria (1.995 ) recibido en
el Festival de Cine de Venecia, ganó 5 David, 12 Globos de Oro y
3 Nastri d'Argento.
Vitti también conquistó audiencias televisivas junto a Mina
("Milleluci" en el 74 y "Domenica in vent'anni dopo"), escribió
dos libros autobiográficos, dirigió una película ("Scandalo
segreto") en 1990 y llevó con éxito al teatro la gran comedia
estadounidense "La extraña pareja".
En los albores del nuevo siglo el "volcán" Vitti se apagó,
casi sin darse cuenta y solo la entrega de su esposo, Roberto
Russo la protegió del morbo de los "paparazzi".
Así hoy podemos verla y recordarla, inmortal, en la plenitud
de su arte y de su vitalidad.
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