Sin embargo, el Capitolio presiona al gobierno: por un lado, el alcalde Roberto Gualtieri, con su asesor Alessandro Onorato, piden, desde hace meses, a la ministra de Turismo, Daniela Santanchè, poder intervenir en los alquileres a corto plazo, en el sector de los B&B que proliferan en el centro y más allá.
Y, desde el pasado lunes, el concejal de Movilidad, Eugenio Patané, también se dirigió al Gobierno, esta vez al ministerio de Transportes de Matteo Salvini (y a la Región de centroderecha de Francesco Rocca) para poner orden en el sector de los Golf Cart Tour, los microcoches "abiertos" cargados de turistas, que recorren por decenas las calles del corazón de la capital.
Un asunto urgente, con el Jubileo a la vuelta de la esquina y sus 30 millones de peregrinos esperados, hasta el punto de que se evalúa la posibilidad de ver si el alcalde, con sus competencias de comisario, puede regular el asunto durante al menos un año.
Pero el problema no haría más que posponerse.
Las cifras sobre las que se habla, de hecho, tienen que ver con que Roma debería cerrar 2024 con la impresionante cifra de 50 millones de arribos.
En 2023 fue la primera ciudad turística de Europa en crecimiento, +45,2%, dejando muy atrás a Londres y Viena.
La estancia aumentó hasta las 4 noches: una cifra significativa si se tiene en cuenta que, durante años, la ciudad parecía estancada en 2,3.
El aumento de presión también se puede percibir empíricamente, caminando por el centro, en el cual la Fontana di Trevi es uno de los epicentros de la multitud.
"Como es un lugar increíble -dijo hoy Gualtieri- vienen aquí de todas partes del mundo, están todos hacinados y nadie puede disfrutarlo".
De ahí la idea de introducir el número limitado, gracias a los trabajos de mantenimiento.
Primero sobre una pasarela que se montará en el estanque vacío, luego también cuando esté en pleno funcionamiento, estableciéndose un número máximo de personas para la "cuenca", con recepcionistas que regularán las entradas en caso de aglomeración.
"Durante los primeros meses -afirmó el alcalde- no hay entradas. Es un experimento. Luego valoraremos: por ejemplo, si se necesitan varios recepcionistas, entonces, quizás, una pequeña aportación, 1 o 2 euros, tenga sentido".
Mientras tanto, alrededor de la Fuente hay decenas de Golf Cart Tour, y ahí la situación se complica.
Lo explicó el lunes el concejal de Movilidad, Patane.
Burocráticamente, para empezar, son pieza única: el Código de Circulación los clasifica como "vehículos atípicos" y como tales deben ser regulados por el ministerio.
Pero el decreto de 2015 prevé, para iniciar la actividad, que se presente solo una Declaración certificada de inicio de actividad (SCIA, por sus siglas en italiano).
El Capitolio los rechaza todos: por el momento solo un vehículo en Roma, reveló Patane, está autorizado en ese sentido.
Muchos de los otros aprovechan la posibilidad de presentar otra SCIA inmediatamente después del no, que dura 30 días, y mientras tanto pueden operar.
Luego están los Golf Cart Tour al servicio exclusivo de hoteles y agencias de viajes, y no hay mucho por hacer, porque están permitidos por una ley regional.
El Campidoglio iniciará una interlocución con la Región, pero, entretanto, tiene previsto aumentar los controles policiales urbanos, aunque el Escuadrón de Autos solo cuenta con 20 agentes.
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